Históricamente, las mujeres en México han experimentado una menor inclusión financiera en comparación con los hombres, sin embargo, se habían logrado avances en esta materia y eso resultaba esperanzador.

Pero, como era de esperarse, entre los muchos efectos adversos que trajo la pandemia por Covid-19 desafortunadamente estuvo también el estancamiento, o incluso retroceso, en el tema de inclusión financiera en el país.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, que esperamos con tanto ahínco por cierto, pensando que los resultados mostrarían un avance significativo tras todos los esfuerzos que se han hecho desde diversos ámbitos para impulsar este tema a nivel nacional, el porcentaje de la población mexicana que afirmó tener al menos un producto financiero es de 67.8%, es decir, 0.5 puntos porcentuales por debajo del nivel obtenido en la ENIF 2018. Cabe recordar que este estudio elaborado por la CNBV y el Inegi es trianual.

Esa cifra corresponde a la población en general, pero si hablamos por género, se identifica que el nivel de inclusión financiera en las mujeres disminuyó pasando de 65.2% (2018) a 61.9% (2021); y en el caso de los hombres transitó  de 71.9 (2018) a 74.3% (2021).

Y en cuanto a la brecha entre hombres y mujeres en tenencia de productos financieros, aún en las zonas con mayor penetración de estos, como la Ciudad de México y los estados del Norte del país, las mujeres presentan una menor participación. Se acentúa, por cierto, en algunas regiones, como el occidente-bajío, con brecha de hasta 13% o noroeste con 8 %.

Contar con esta información que arroja la ENIF es muy valioso para visualizar la situación actual del acceso a los servicios financieros, y dimensionar la magnitud del rezago y las dificultades que enfrentan las mujeres para participar de forma adecuada en el sistema financiero.

Asimismo, tener este panorama permite ver que no todo es negativo, los datos muestran un avance en la participación en el mercado de crédito formal y en los productos de captación, con respecto a 2018. La tenencia histórica de cuentas de las mujeres pasó de 57% a 60%, mientras que en el caso del crédito formal la proporción pasó de 41% a 46% entre los dos últimos registros.

En contraste, la tenencia de seguros entre la población femenina se redujo de 31% a 25% en el mismo lapso. Si tocamos el rubro de cuenta de ahorro, en 2021, 42.6 % de las mujeres tienen una, mientras que en el 2018 el porcentaje de mujeres adultas con una cuenta fue de 45.9%.

Las afectaciones económicas derivadas de la pandemia por Covid-19, que tuvieron mayores efectos en el empleo, principalmente formal, de las mujeres, puede ser uno de los motivos que expliquen la reducción en la tenencia de cuentas de ahorro formal y de seguros por parte de las mujeres.

Interesante ver cómo la pandemia trastocó en este tema y la necesidad de tomar acciones para mejorar la inclusión financiera de las mujeres, ya que ésta algo que puede ayudar a reducir la desigualdad de género, al permitirles tomar el control de sus decisiones sobre la administración de sus recursos, tener acceso a bienes duraderos e inversiones productivas, y hasta incrementar sus ingresos.

Algo que vale la pena resaltar y que se menciona en la ENIF 2021 también es que, para impulsar la participación de las mujeres en el sistema financiero se requiere también de una mayor participación laboral, particularmente en puestos formales, lo que podría ayudar de forma importante a reducir las brechas en inclusión financiera que se han observado históricamente, y necesitamos acortar cuanto antes. No perdamos el foco de ello.

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