Represión. Punto. Ni “distractor” ni cualquier otro eufemismo. Los hechos de la tarde del jueves 4 y viernes 5 de junio de 2020, en Guadalajara y la Ciudad de México (CDMX), son muestras de represión contra los jóvenes.

Quienes pretenden justificar y defender a las policías de Jalisco y la CDMX, a las Fiscalías, al gobernador Enrique Alfaro o la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, se equivocan. Con sus “maromas” discursivas, en el fondo agreden y provocan otra afrenta a la juventud mexicana.

El presente escrito trata de reivindicar y reconocer la importancia del grupo de la población conformado por millones de hombres y mujeres jóvenes del país.

Indigna el uso excesivo de la fuerza pública en Jalisco. Desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, amenazas de policías con frases como “los vamos a matar” y agresiones físicas, son parte del “saldo” del operativo y las acciones cortesía de las corporaciones encargadas de la seguridad en Jalisco.

NADA, repito, nada justifica o menos aún tratar de defender la represión que algunos medios de comunicación y ciudadanos grabaron en video. Las detenciones del viernes 5, con hombres que portaban palos y objetos para golpear, sin identificación, con el rostro cubierto en algunos casos, parecen de película o cuento de terror… pero no. Ocurren en territorio “gobernado” por Enrique Alfaro.

Hasta el momento en que se escriben estas líneas, se desconocía el paradero de 29 personas que fueron detenidas entre jueves 4 y viernes 5 en las calles de Guadalajara. El viernes 5 hubo 80 detenciones arbitrarias, según las denuncias. Estudiantes, jóvenes e incluso menores de edad, según registraron e informaron colectivos y asociaciones de la sociedad civil.

¿Casualidad? ¿Revancha política? No es la primera vez que Alfaro y las corporaciones policiacas bajo su mando son evidenciados por el exceso del uso de la fuerza o represión. En agosto de 2019, cientos de jóvenes fueron agredidos cuando se manifestaban contra las tarifas del transporte público.

Alfaro “nunca” ha tendido puentes o se ha acercado con la juventud, ni cuando fue alcalde de Guadalajara ni ahora que es gobernador, señaló el periodista Darwin Franco Migues, del portal “Zona Docs”, medio que dio cobertura y seguimiento a los acontecimientos y mostró los excesos de la Fiscalía del Estado.

Así como en Guadalajara hubo represión, ésta también se presentó en la capital, donde gobierna Claudia Sheinbaum. Fotografías y videos evidenciaron la brutalidad de policías contra una menor de edad, en el marco de protestas que ocurrieron en la cercanía de la Embajada de EU. Este hecho tampoco fue el primero de represión contra manifestantes en lo que va del sexenio de la Jefa de Gobierno.

Políticos de diferentes partidos, historiadores cuya credibilidad y prestigio siguen en declive, un grupo de ciudadanos y usuarios de redes se equivocan al querer defender a Alfaro o a Sheinbaum. Se ven mal. Muestran intolerancia, rasgos sutiles de fascismo… o deseo de obtener “raja política”.

Las y los jóvenes merecen, mínimo, respeto y ser escuchados. Tienen derechos humanos que todos deberíamos considerar y dar los márgenes para que se ejerzan. Dos de estos derechos: la libertad de expresión y la manifestación en la vía pública.

Nos guste o no.

Estudiantes jóvenes mexicanos han demostrado su interés por la vida pública, un porcentaje participa, se organiza y repudia hechos como los de Jalisco y CDMX.

Partidos políticos, militantes de esos partidos, algunos conductores de televisión, pseudoperiodistas y articulistas de opinión, tienden a subestimarlos.

Si defienden o buscan justificar al gobernador Enrique Alfaro, minimizan u omiten los hechos de Guadalajara en los medios, y se sorprenden o siguen indignados (as) porque el Presidente obtuvo 30 millones de votos en 2018, miles de esos votos de jóvenes que votaron contra un sistema, entonces no han entendido absolutamente nada.

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