El derecho de réplica es un derecho humano que se menciona en el inicio de nuestra Constitución Política —máxima ley— del país. Debería ser respetado y ejercido en el quehacer público y en los medios de comunicación, sin cortapisas, porque se trata de un derecho humano y por consiguiente, con marco jurídico internacional.

Sin embargo, en México la mayoría de los medios de comunicación, históricamente han mutilado o puesto obstáculos en su ejercicio y aplicación. La ausencia de una normativa secundaria durante años fue el pretexto que usaron los dueños de medios comerciales en lo audiovisual para no otorgar el derecho de réplica. Ahora que ya existe, el contenido sigue favoreciendo a los concesionarios, porque pone trabas en su aplicación y ocasiona que los ciudadanos inicien un proceso judicial para solicitar y en su caso ejercerlo.

El caso de los medios impresos es diferente. Desde que entró en vigor la Ley Federal de Imprenta, viene señalado que en caso de publicarse una información inexacta, imprecisa o sin fundamento, el afectado o la afectada puede ejercer su réplica en la siguiente edición del medio impreso, según su periodicidad, en el mismo espacio en que se publicó inicialmente la información.

La aplicación del derecho de réplica no debe ser solamente para la clase o la élite políticas. Los ciudadanos tenemos que exigir su aplicación en casos que los medios nos señalen o acusen sin pruebas .

Ayer sábado 16 de marzo, un medio de comunicación impreso de la ciudad volvió a causar pena ajena, como en los procesos electorales de 2009, 2012 y 2015, al publicar una información que vulnera y afecta a mi colega profesor Antonio Flores González.

En una muestra de lo que no es periodismo, sino más bien un ejemplo de resentimiento y trascendidos al más puro estilo de “pego impunemente según se me antoje”, alguien que se escuda en un seudónimo trata de desacreditarlo a él y a los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Primero, ojalá ese medio de comunicación así como tuvo el “valor” de publicar esas líneas en su portada, otorgue la réplica en el mismo espacio que acusó y señaló al profesor universitario.

Segundo, la persona que redactó esas líneas bien podría tomar las clases de “Deontología y Legislación de Medios” en la Licenciatura en Comunicación y Periodismo de la UAQ, porque se nota que no conoce o no aplica fundamentos básicos ya no digamos de periodismo, sino de ética.

La materia se vuelve a impartir a partir de agosto; digo a título personal, que de manera gratuita podríamos recibirlo o recibirla en el aula: sirve que también conoce los argumentos, el talento y la convicción de los estudiantes de la Facultad, para que la próxima ocasión que intente escribir algo relacionado con la comunidad académica, lo piense antes de hacerlo.

Sobre los detalles y la trascendencia del derecho de réplica para los ciudadanos y un Estado que aspira a la democracia, recomendaría el programa “Audiencias creativas” del próximo miércoles 20 de marzo a través de TvUAQ y Radio Universidad, a las 10 de la mañana.

Los excesos de las “mañaneras” del Presidente y el derecho de réplica

Las conferencias de prensa del Presidente han generado polémica, y lo mismo críticas que elogios.

Si bien la decisión de impartirlas diariamente a primera hora le provocan una presencia mayoritaria en los medios de comunicación, los modos y ciertas expresiones de sus discursos provocan que sea necesario recordar la importancia del derecho de réplica también en la comunicación política, porque más de un día el proceder del Presidente ha sido el de hacer una lista para el “paredón de los acusados” o “fusilados” mediáticamente.

Si bien el análisis de sus decisiones y políticas quedaría para el contenido de otro artículo, o el balance de sus primeros 100 días del sexenio, valdría la pena cuestionarnos y buscar la réplica de las personas que han sido señaladas y acusadas en las conferencias de prensa, más allá del vendaval y la repetición de las palabras en la mayoría de los medios.

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