Oficina del Presidente del Gobierno en el ex palacio de la Moncloa, al que se le ha quitado ya tal calificativo.

—¿No crees que deberíamos moderar el lenguaje?

—No.

La respuesta seca de Miguel advirtió a Íñigo que no quería discutir el tema. Que estaba decidido y no se movería. Sin embargo, decidió continuar.

—Creo que cometemos un error. Hemos ganado, sí, pero ya ha pasado la elección y ahora nos toca construir con todos y para todos, cierto que algunos jamás nos van a aceptar, que nos van a pegar constantemente, pero son ruidosos que no forman mayoría. La mayoría está silenciosa.

Miguel agitó su coleta con fuerza al responder.

—Ahí es donde te equivocas. Es la mayoría la que nos apoyó, por eso ganamos.

Ya sabía que insistir era inútil, pero al menos necesitaba dar las razones de su posición.

—Bueno, sí, la mayoría de los que votaron. Pero eso no quiere decir que quienes no lo hicieron estén en nuestra contra, simplemente que no les convencimos, aunque podemos hacerlo cuando vean que cumpliendo nuestras promesas las cosas mejoran.

—Pero no para ellos. Quienes nos atacan lo hacen con un lenguaje aún más fuerte del que me pides que moderemos. Lo hacen defendiendo las posiciones de poder que les quedan, y sobre todo amparados en la fuerza del dinero, lo que hace más ofensivos sus ataques. Debemos evidenciar ante todos que solo buscan proteger su posición privilegiada.

Había salido ya el argumento principal, Íñigo no podía rebatirlo porque en buena parte lo compartía, pero consideraba que el enfoque era equivocado.

—Confundes al todo con la parte. Desde luego que los más vociferantes temen perder privilegios, y no les importa la manera en que los obtuvieron ni la necesidad de los que todo necesitan. Pero yo me refiero a la mayoría, a quienes no han hablado, no nos votaron y está expectantes, ¿no crees que un leguaje fuerte y agresivo los aleje?

Era un buen punto. Y si bien Miguel no cedería, encontró la manera de exponer la utilidad de su postura, que a final de cuentas tenía su razón.

—Mira, justamente por eso debemos de ser claros y directos, tanto tiempo los socialistas y los populares les han hablado en un lenguaje político, sin asumir compromisos, que estoy seguro la gente nos agradecerá que digamos las cosas como son, que tomemos claramente partido y evidenciemos lo que hay detrás de los que se dicen neutrales. Nadie puede ser neutral cuando lo que se busca es una transformación. Recuerda, no somos solamente un partido, somos también un movimiento, y si los movimientos dejan de ir hacia adelante, entonces dejan de serlo. De otra manera seríamos iguales que los otros.

La diferencia entre los dos no era de fines, era de métodos, y no se resolvería en una discusión privada, tendría que resolverse o por la decisión de Pablo, el flamante Presidente del Gobierno, o en asamblea del partido.

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