El II Informe de gobierno merece una lectura menos subjetivada que la que nos obsequia el triunfalismo presidencial.

Frases domingueras de campaña como: “Es indudable que saldremos de la pandemia con el mejor sistema de salud”; “Este gobierno no será recordado por corrupto, nuestro principal legado será purificar la vida pública de México”; “No es para presumir, pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno”; “Pronostiqué que la crisis económica provocada por la pandemia sería transitoria; dije que será como una “V”, que caeríamos pero que saldríamos pronto; afortunadamente así está sucediendo; ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba”… pretenden sacarnos de la realidad haciéndonos desear y creer que en 2021 no vamos a estar en crisis, a pesar de las alarmas encendidas.

Algunas de las realidades que la subjetividad presidencial intenta ocultar o minusvalorar son las siguientes: Comencemos con la justicia icónica de tener en la cárcel a la exsecretaria, Rosario Robles, y gozando de plena libertad al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, con la pretensión de que el pueblo crea (pero no será nunca realidad) que meterá a la cárcel a sus adversarios, los expresidentes, por supuestos delitos que ya prescribieron. Es una farsa con claros tintes electoreros. Y aunque así fuera, eso no elimina la corrupción cotidiana en los Ministerios Públicos y juzgados que viven todos los días aquellos mexicanos que acuden a denunciar ilícitos. La justicia mexicana no ha cambiado las estadísticas de delitos cometidos, delitos perseguidos y delincuentes sancionados. La impunidad sigue siendo elemento característico de este gobierno. Y de Pío, ni pío.

En este gobierno —que dice tener estrategia para acabar con las muertes dolosas y los delitos vinculados a la delincuencia organizada—, los asesinatos siguen creciendo mes a mes, por lo que se perfila, de continuar la tendencia, a ser el gobierno más violento en la historia del México moderno.

En materia económica, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, en la plenaria de Morena, esbozó el grave problema que vivirá la economía mexicana en 2021 (la peor crisis desde 1932) como resultado del pésimo manejo económico de la pandemia.

Allí dijo que gracias a las coberturas del precio del petróleo, los fondos para los choques económicos (300 mil millones de pesos ahorrados por los gobiernos neoliberales) y los “guardaditos” que tenía el gobierno, que sirvieron de amortiguadores, México no está hoy en crisis.

El problema es que en 2021 ya no se tendrán esos los amortiguadores (salvo el de las coberturas petroleras) ni se contratará deuda; que en 2021 la deuda nacional crecerá 17 puntos del PIB por efectos cambiarios y por el impacto de la pandemia; y que, adicionalmente, el presupuesto de 2021 sufrirá más recortes.

Lo que queda de manifiesto, una vez más, es que el país del presidente es prácticamente su isla de la fantasía, misma que no se encuentra en ningún mapa por un hecho muy simple: no existe en la realidad y, sin embargo, aquel que no crea en ella es convertido automáticamente en conservador, neoliberal, adversario, o algún otro calificativo que pueda salir de su mente propagandística. Lo cierto es que no repara en autoelogios, que más allá del humor negro, resultan escandalosos como aquel de que “en el peor momento contamos con el mejor gobierno”. El populismo es así, niega la realidad y tiende a engañar obligadamente a los demás.

Google News