Hay tres cosas que no me gustan de los estereotipos: que se construyen desde el prejuicio, que convierten a personas en caricaturas y que a veces, son atinados. Me explico y lo expongo desde la mirada estudiantil.

Cuando empecé a estudiar química en la universidad, algunos profesores se encargaron de hacer la pseudo-estadística descriptiva del resto de las carreras circundantes a la facultad, que se dibujaban entre el humor negro y el desprecio por el trabajo de la comunidad que se encontraba más allá de las fronteras disciplinarias. No pasa mucho tiempo para que la misma practica se realice entre las áreas o corrientes de la misma disciplina. Otros profesores reaccionaban con muecas desdeñosas ante el interés de sus estudiantes por la política o las humanidades, considerando que esto constituía una pérdida de tiempo.

¿Qué se ganaba con ello, sino agudizar los contrastes con el resto de la comunidad universitaria a la cual nosotros mismos pertenecíamos? Además, durante esa edad estás formando una identidad y no estoy seguro si construirla con base en  prejuicios y caricaturas basadas en un discurso separatista abone a definir quién eres; en todo caso, si inciden en delimitar quien no eres. Peor: quién no deberías ser.

Quizás por esas fobias programadas es que más que estereotipar, nos estereotipamos, entrando en el traje que se nos ha confeccionado y que, al ajustarse bien en las costuras, resulta atinado y quizás hasta funcional. Así, entre el desprecio y el reconocimiento del otro, los individuos se aíslan o se incorporan a tal o cual grupo, muchas veces provocando que el área disciplinar se fortalezca, pero también se debe reconocer que la fortaleza tiene los límites que los mismos agremiados han construido. Lo que pase más allá es terreno difuso y no es mi área de estudio, aunque lo que emane de mi área esté destinada a entrar allá, donde quién sabe que repercusiones provoque.

Hay muchas disciplinas que le han perdido el miedo a la colaboración y particularmente me interesan los traslapes entre arte y ciencia, que incentivan la capacidad de asombro y que ofrecen información en un lenguaje accesible, estético, ¡simbólico! No es coincidencia que desde los años 40, el boletín de científicos atómicos —que fue creado posterior al desarrollo de las armas nucleares— utilice un reloj para indicar lo cerca que estamos de una catástrofe humanitaria debido al uso de tecnología disruptiva, el cambio climático y las tensiones nucleares. Los científicos hicieron las estimaciones del riesgo en 1947 pero fue la artista Martyl Langsdorf quien pensó que ese concepto cabía perfectamente en un reloj que se mueve en detrimento de las condiciones para albergar la vida, acercándose a la media noche.

Podemos mencionar un ejemplo más actual. En la editorial de febrero de 2021, la revista científica Nature describe como el Centro para la Comunicación de la Investigación del Cambio Climático (Monash, Australia) tomó 300 años de datos sobre su clima local para predecir el de las temporadas de este año. Con ello, la Orquesta Sinfónica de Australia ha re-interpretado la obra más famosa de Vivaldi. El proyecto ha sido titulado “Las (inciertas) cuatro estaciones”, extendiendo el ejercicio de análisis y predicción de la variación climática a otras localidades, en donde tienen grandes orquestas. Esperemos México esté considerado para que, al igual que ha sucedido en Australia y partiendo de los sentidos y placer musical, se invite a la reflexión sobre nuestro clima y las repercusiones antropogénicas.

No está de más decir que solo expongo acá dos ejemplos de grandes experiencias en las que la relación disciplinaria entre algunas artes y algunas ciencias se quitan los estereotipos y se reconocen los unos a los otros. Al menos por un rato. 
Durante la formación universitaria nos topamos con universalidad de pensamiento y, por supuesto, no todos se construyen desde la separación. Así, cuando entré al posgrado, nos recibieron con un discurso que finalizaba en “más que buenos investigadores, queremos buenos ciudadanos”, estableciendo no solamente que nos debemos a la comunidad universitaria, sino a la sociedad. Ese día me sentí en casa.

Fuente: 
Boletín de Científicos Atómicos. (4 de marzo 2021) Línea del tiempo del Reloj de Media Noche del Boletín de Científicos Atómicos. Recuperado de: https://thebulletin.org/
(4 de marzo 2011) Proyecto “LAS [inciertas] CUATRO ESTACIONES”. Recuperado de: https://the-uncertain-four-seasons.info/
Editorial 24 de febrero 2021. (4 de marzo 2021) Las colaboraciones con artistas van más allá de comunicar la ciencia. Recuperado de: https://go.nature.com/3eapGry

*Twitter: @chrisantics

Google News