Las historias de hostigamiento laboral son cada vez mas frecuentes y van desde la crítica y la descalificación constante hasta la violencia repetida en ambientes hostiles.

En el caso de las mujeres, este tipo de maltrato con frecuencia está relacionado con su vida familiar y su maternidad.

El hostigamiento laboral en las instituciones públicas y privadas, está tan normalizado que pareciera ir con el territorio, ya que por temor de perder el empleo o a las represalias que se puedan desatar, las mujeres soportan las conductas violentas y estereotipadas de las que son víctimas.

Las trabajadoras sufren diversas situaciones de desventaja y discriminación laboral debido a los roles y estereotipos de género que prevalecen en las instituciones y empresas donde, con amenazas de perder el empleo, se les obliga a trabajar dobles y hasta triples jornadas, algunas de ellas no remuneradas,  además de tener que lidiar con los diversos tipos de violencia que sus superiores y colegas, tanto hombres como mujeres, ejercen contra ellas.

En muchas instancias estatales, la violación de los derechos laborales de las mujeres es una práctica común. Entre estas conductas se encuentra el "disfrazar" la relación laboral mediante contratos mal sustentados jurídicamente, la exigencia de firmar su renuncia sin fecha y la amenaza constante de despido por “descuidar” el trabajo cuando se embarazan, tienen hijos o requieren amamantar.

Aunado a estos abusos, está la exigencia que se hace a las mujeres trabajadoras al demandar de ellas una disponibilidad de tiempo 24 horas al día, los 7 días de las semana, sin considerar sus condiciones familiares y personales, lo que viola la obligación patronal de facilitar la conciliación trabajo-familia.

Muchas son las empleadas de instancias estatales que, al exigir sus derechos laborales, estos les son negados, ya que son consideradas como simples “prestadoras de servicios profesionales”, aun cuando dedican años a trabajar para la misma institución, lo que se traduce en una franca violación a sus derechos humanos.

Las discriminaciones de las que son víctimas las mujeres trabajadoras, se sustentan en razones injustificadas y arbitrarias por parte de los empleadores, que incluso deciden no contratar mujeres jefas de familia, especialmente si tienen hijas e hijos pequeñas o están en etapa reproductiva, orillando así a muchas mujeres a abandonar su trabajo, a rechazar promociones, recibir menos paga o refugiarse en la economía informal.

Esta forma de violencia que se ejerce por personas que tienen un vínculo laboral o análogo con la víctima, independientemente de su relación jerárquica, daña su autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad, impide su desarrollo y atenta contra la igualdad.

Las mujeres de todas las edades tenemos derecho a trabajar en espacios libres de violencia, a que se consideren nuestras situaciones familiares y a que no se nos penalice por el hecho simple de ser mujeres.

Titular de Aliadas Incidencia 
Estratégica e integrante de la 
Red Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

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