El sector creativo y cultural siempre ha ofrecido beneficios sociales y económicos a nuestro país. Socialmente, promueve una identidad cultural y cohesión social; económicamente, la participación del sector llega hasta 7.4% del PIB, con altas expectativas de crecimiento.

Cada año se gradúan más de 17 mil estudiantes de carreras relacionadas con las artes como diseño digital y animación, cine, comunicación, etcétera. Por otro lado, existe un universo de creadores, artistas, artesanos, gestores culturales, en franca vulnerabilidad normativa y resistiendo ante la ausencia de apoyos.

Este sector lleva a su resguardo implícitamente la marca México, cristalizando con su desenvolvimiento nuestra rica herencia cultural ante los ojos de nacionales y extranjeros, por lo que debiera reconocerse su importancia en el marco de una adecuada política social como ya lo ha expresado el Presidente de la República.

Donde el fomento económico de las micro, pequeñas y medianas empresas culturales debiera ser la regla, pues proveen además empleo e ingresos en las propias localidades y regiones originales, situación que desincentiva conductas antisociales por parte de la población.

Sin embargo, a pesar de las acciones emprendidas en administraciones anteriores, no existió nunca un esfuerzo integral para la promoción de este sector, quizás esfuerzos aislados de relativos resultados, como el emprendido a favor de la cinematografía.

Es por esta razón, que propuse ante el Pleno del Senado de la República una urgente nueva Ley de Impulso a las Industrias Creativas y Culturales, la que ha sido consultada con expertos en la materia, con organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Unesco y la OCDE; y que continuamos enriqueciendo con la realización del “Foro Mxccul, México Creativo y Cultural 2019” que recién concluyera sus capítulos en la Ciudad de Tijuana, Baja California, bajo un atractivo y necesario formato de parlamento abierto; y en Vallarta, Jalisco.

Nuestra ley considera tres aspectos fundamentales: un registro exhaustivo de personas con actividad cultural y creativa, donde los integrantes del sector se puedan inscribir y con ello recibir asesoría para formalizar su actividad económica, proteger los derechos de su autoría y no tener que pagar las cuotas actuales por el registro de cada obra nueva.

Un comité interinstitucional, donde se reconoce que la temática involucra aspectos culturales y económicos al unísono, por lo que se requiere una coordinación de los mecanismos de fomento existentes en las dependencias gubernamentales, la medición permanente de resultados y la participación ciudadana.

Finalmente, se considera la existencia de un fondo de inversión por medio de un fideicomiso público, que abarque todas las actividades creativas y culturales que se desarrollan en el país con el propósito de convertirlas en actividades económicamente sostenibles; por supuesto con reglas de operación en el marco de la reciente Ley de Austeridad Republicana, priorizando la atención de grupos vulnerables de población y, como ya se mencionó, a las mipymes en el sector.

El esfuerzo descrito busca la preservación y fomento de la verdadera cara de México, donde nuestra cultura, nuestra herencia ancestral, nuestro patrimonio, mañana permitan un verdadero y orgulloso legado para generaciones venideras. ¡De esto se trata también la Cuarta Transformación!

Permítanme concluir citando al ilustrísimo autor de la obra máxima La Raza Cósmica, el intelectual oaxaqueño José Vasconcelos: “La cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral”.

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