¿Qué vida y oportunidades tuvieron de niños nuestros jóvenes? Cada vez se acumula mayor y mejor evidencia de que los primeros años de nuestra existencia marcan nuestra etapa adulta. ¿Cómo se forma nuestro cerebro desde la gestación para poder aprender, pensar y sentir? Esto es precisamente lo que investiga el profesor John Gabrieli en su laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

¿Cuánto dinero público —y pugnas— nos ahorraríamos la sociedad y los gobiernos si se adoptase una perspectiva global, de largo plazo e invirtiéramos en el desarrollo humano? Detectando ciertos trastornos de manera temprana y atendiéndolos, se podrían usar mejor los escasos recursos públicos en vez de gastarlos en becas u otros tipos de apoyos compensatorios que son lucidores para los políticos, autoridades y rectores pero muy poco efectivos en realidad. Inefectivos para la persona, pero rentables para crear clientelas.

Quizás por esta razón, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no consideró en su primera iniciativa de ley a la educación inicial (12.12.18). Los menores no votan. Fue hasta que la oposición y las organizaciones de la sociedad civil colocaron este punto como parte central de la agenda educativa. Así surgió la Estrategia Nacional para la Atención de la Primera Infancia (ENAPI), que emanó gracias al “análisis, consulta y deliberaciones” propiciadas por el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), el cual fue creado en 2015.

Pensar en el momento de la gestación, en los años de vida inicial, y en la manera en como nos relacionamos con el mundo es clave para asumir nuestra responsabilidad sobre la sociedad que construimos y cómo queremos que ésta sea. Por esto, celebro que el American Institutes for Research (AIR) haya auspiciado el estudio “Un mapa de las pedagogías y modelos sobre desarrollo infantil integral en Europa y Norteamérica”.

Pese a que no se incluyó a México, el reporte merece revisarse y discutirse en nuestro país porque parte de una perspectiva humanística, comparativa y multidimensional. Para los autores del reporte, el desarrollo infantil integral (whole child development) valora y promueve todas las dimensiones del desarrollo humano: desde la infancia temprana hasta la etapa juvenil, incluyendo la esfera social, física, emocional, cognitiva, espiritual y el aprendizaje basado en valores.

Haciendo encuestas, entrevistas, visitas in situ y una revisión sistemática de los programas pedagógicos y de evaluación en ochos países de Europa (Bélgica, Francia, Alemania, Irlanda, Holanda, Portugal, España y el Reino Unido) y dos de nuestra región (EU y la provincia de Ontario, Canadá), los autores detectan que en países altamente centralizados —como lo es México—, las iniciativas de desarrollo integral infantil están incorporadas ampliamente a los sistemas educativos. No obstante, a medida que se avanza en el nivel educativo, la perspectiva integral empieza a variar. Luego de la primaria, la noción multidimensional del desarrollo humano se fragmenta. ¿Ocurre esto también en nuestro país? ¿Qué responsabilidad tendrían los sistemas de educación media superior y superior en ello? Un buen tema de reflexión frente a las omisiones y errores de la 4T. Empecemos a discutir una nueva agenda educativa. 
Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS)

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