En la página editorial del periódico EL UNIVERSAL a nivel nacional, se dio a conocer que en el país vecino del norte, Estados Unidos, existen registrados al año 2013, 939 “grupos de odio” activos, según el reporte que anualmente emite el Southern Poverty Law Center, institución civil norteamericana fundada en 1971, dedicada a la lucha en contra del racismo y la intolerancia, y a la búsqueda de justicia para los grupos sociales más vulnerables.

Los grupos radicales se han multiplicado en territorio norteamericano, en más de 50% desde que inició el siglo XXI, y operan en todo el país vecino incluyendo a grupos como los neo-nazis, el Ku Kux Klan, los blancos nacionalistas, los neo-confederados, los racistas skinhead, los negros separatistas, los vigilantes fronterizos, entre muchos otros. El estudio de esta organización civil extranjera reporta que la mayoría de estos grupos extremistas se encuentran en los estados sureños y en los de la costa Este, que son los que mayor concentración de migrantes latinos tiene, y que hacen frontera con nuestro país. Curiosamente los estados que mayor número de grupos registran en el mapa del odio son California, Arizona, Nuevo México, Texas y La Florida.

En materia criminal, en su último reporte, el FBI registra 5 mil 796 crímenes de odio en 2012, que involucraron a más de 7 mil víctimas. De ellos, 48% fueron por motivos raciales. Más de la mitad de agresores fueron de raza blanca y una cuarta parte afroamericanos. En el caso de las víctimas que fueron agredidas por su nacionalidad u origen étnico, 6 de cada 10 eran latinas.

Estos datos son ejemplificativos del termómetro social de nuestros vecinos del norte y nos deben hacer reflexionar sobre el rumbo que está tomando el tema de los movimientos migratorios, pero también de las relaciones que mantenemos con nuestro principal vecino fronterizo y socio comercial. Hace unos días en su columna digital y en el noticiero televisivo Hannity de la cadena Fox News, la conservadora abogada y escritora norteamericana Ann Coulter propuso que para resolver el problema migratorio, Estados Unidos debería bombardear México, así como Israel lo hace en Palestina. Increíble pero cierto. Lo peor es que Ann Coulter es autora de siete libros de temas políticos, catalogados por el New York Times como bestseller. En su desatinado comentario que ha dado la vuelta al mundo, la abogada republicana señaló también que en la frontera México-estadounidense se han encontrado cientos de túneles en los que pasan: drogas, armas, inmigrantes, y acusó una invasión y la falta de actuación del gobierno demócrata del presidente Obama.

Las implicaciones de este comportamiento patológico que comparte un sector social muy importante en número y recursos de norteamericanos son significativos. La mayor actividad de los grupos, ha llegado a reclutar a miles de voluntarios para vigilar la frontera e impedir el cruce indocumentado de personas, como respuesta a la crisis humanitaria declarada por el presidente Obama, ante el arribo de niños migrantes, que por cierto deja fuera de protección a los niños y niñas mexicanas, así como a aquellos que tengan familia en territorio estadounidense, bajo el argumento que es para proteger solamente a los infantes que son objeto de tráfico sexual o secuestro. La mayoría de estos grupos, señalan que no son antiinmigrantes, pero portan armas para detener a los que intenten cruzar la frontera, y eso sí, “creen en un sistema de inmigración que permita que llegue a Estados Unidos, gente educada que quiera pagar impuestos”.

A los estadounidenses les gusta creer que existe una relación necesaria entre democracia, derechos, liberalismo y progreso económico. Nada más falso que la realidad. El progreso económico no significa progreso social, ni democracia ni mucho menos alienta el fortalecimiento de los derechos, por el contrario, acota los derechos sociales en pro del mercado.

Lo grave, es que nuestras sociedades cada día se asemejan más a esta aberrante forma de pensar. Queremos grandes plazas comerciales llenas de vigilancia porque no está de moda caminar entre las calles y las plazas públicas; deseamos vivir en fraccionamientos cerrados con muros impenetrables, y calles privadas pero desoladas; ignorantes el uno del otro. Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy, y lo peor es que el estilo de vida egoísta en que sobrevivimos, cada día nos parece más natural.

Los grupos de odio no sólo visten capuchas y queman cruces, también visten marcas de moda, discriminan y acosan. Y lo peor es que en México tenemos de ambos, basta recordar a los jóvenes panistas de Jalisco que hace poco difundieron su asociación neo-nazi, o alguno que otro yunque queretano que sigue activo. A los otros, todos los ubicamos.

Abogado litigante, consultor jurídico de empresas

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