Los familiares de Grecia y Nefertiti, de 14 y 16 años respectivamente, declararon que las chicas habían salido al cine. Era un sábado caluroso de marzo en Río Blanco, Veracruz. De pronto se soltó una balacera. Reportes de la prensa local y testigos del hecho describen escenas de pánico; familias que hacían sus compras en la plaza o que estaban en el cine salieron despavoridas. Niños que tenían su juego semanal de futbol en un campo deportivo cercano fueron desalojados y las tiendas departamentales del lugar se vaciaron casi inmediatamente y fueron cerradas durante por lo menos 30 minutos.

El enfrentamiento comenzó, según el recuento del gobierno estatal, cuando un grupo de jóvenes a bordo de una camioneta ignoraron la orden que policías estatales les dieron de detenerse. Se inició una persecución que terminó con las dos hermanas muertas.

A partir de ese momento, las versiones de la autoridad y de los familiares y testigos difieren radicalmente. El gobierno estatal asegura que tiene pruebas de que las dos adolescentes estaban involucradas en actividades criminales. El gobernador Miguel Ángel Yunes declaró que “hubo un enfrentamiento; las personas dispararon en contra de los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y los elementos repelieron la agresión. Está demostrado que las tres personas están vinculadas a la delincuencia organizada. Es muy lamentable que mujeres jóvenes participen, pero en estos hechos se acreditó que así fue”.

Los familiares de las chicas niegan esa versión. Sostienen que Grecia y Nefertiti simplemente iban al cine un sábado por la tarde. Sus vecinos no lo pueden creer: “Eran sólo unas niñas”, dijeron a medios locales. Testigos del momento aseguran que las jóvenes trataron de explicarle a gritos a los policías que ellas simplemente pasaban por ahí y que nada tenían que ver con grupos delictivos. Las autoridades dicen que las chicas estaban tatuadas, que habían abandonado los estudios y que hicieron un “perfil sicológico” completo que no deja lugar a duda sobre su participación.

Las versiones chocan en al menos un elemento más. La Fiscalía estatal dice que las hermanas accionaron un arma de fuego. Es decir, que fueron parte activa del enfrentamiento y que murieron a consecuencia de ello. La familia de las adolescentes sostiene que las armas que aparecen junto a sus cuerpos en las fotografías que se han dado a conocer fueron “sembradas” por los policías. Acusan, además, a la policía de asesinar a las chicas a mansalva con base en una fotografía —que ha sido retomada por varios medios de comunicación nacionales y locales— en la que presumiblemente se muestra que al menos una de ellas habría sido arrestada con vida y que no estaba oponiendo resistencia alguna.

Las diferencias entre ambas versiones genera, comprensiblemente, muchas preguntas. Sobre todo en un país como el nuestro, en el que, entre 2006 y 2014, más de mil niñas, niños y adolescentes terminaron muertos en el curso de enfrentamientos que involucraron a la autoridad. En el caso de Grecia y Nefertiti, los padres de las jóvenes decidieron no presentar una queja en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en contra de la policía estatal, aunque sostienen su versión. Tienen miedo. Organizaciones civiles comienzan a darle visibilidad al caso. Al gobierno de Miguel Ángel Yunes le será cada vez más difícil darlo por concluido. Y qué bien. Dado el potencial horror del que estamos hablando, está en el interés común echar luz y dar certeza de lo que ocurrió esa trágica tarde en Río Blanco.

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