Hace un par de días, una de mis personas favoritas me preguntó acerca de lugares icónicos en la ciudad de Roma, y mi cabeza instantáneamente se volcó a espacios reconocidos por su valor arquitectónico, recordé palacios, iglesias, plazas, etcétera; sin embargo, éstas no se apegaban al movimiento artístico por excelencia de la ciudad, el Renacimiento. A pesar de ser una ciudad reconocida por éste, existen construcciones arquitectónicas extraordinarias que se apegan a la tradición barroca.

Hoy voy a contarte un poco acerca del barroco, sus bases fueron asentadas en Italia, después se trasladó a diferentes partes de Europa, como Francia, España, etc. La expresión artística protagonista de este movimiento fue la arquitectura italiana, ésta desempeñó un papel vital para la religión católica del momento, ya que cumplía con una función social y política, pero ¿por qué la arquitectura y no la pintura o escultura?, esto se debe a que ésta ha sido una gran aliada de los grupos en el poder, ya que a través de ésta se puede proyectar o visibilizar el poderío de estos grupos. Por ejemplo, si vives en Querétaro, te invito a observar los soportes que se encuentran en Boulevard Bernardo Quintana, a la altura de Constituyentes, los pilares que sostienen el distribuidor se asemejan a una letra, la cual es la inicial del gobernador que estuvo a cargo de la construcción, mostrando así el reflejo de su autoridad, el cual quedará para la posterioridad.

Para hablar acerca de arquitectura barroca italiana debo de contarte acerca de Gian Lorenzo Bernini, el gran prodigio del barroco que brilló en la arquitectura y en la escultura, muchas veces fue comparado con el gran artista del Renacimiento, Miguel Ángel. Uno de sus proyectos más importantes fue la Plaza de San Pedro, éste tenía como objetivo principal crear unidad entre la basílica y el espacio de la plaza, además de mostrar la grandeza de la iglesia y su relación con sus fieles.

El artista logró llevarlo a cabo, a través de una columnata y un gran pasillo que dirige al espectador desde las calles de Roma a la basílica en el Vaticano. Una vez en la plaza, el visitante se encuentra con dos brazos arquitectónicos que crean un espacio abierto, delimitado por una columnata. La columnata, a diferencia de la arquitectura renacentista que se basaba en figuras perfectas, sigue el patrón de una forma imperfecta: la elipse. Esta figura permite que se aprecien diferentes vistas de la construcción, esto, junto con los brazos arquitectónicos y el manejo de luces y sombras, ayudan a crear una ilusión de movimiento, ya que conforme avanza el visitante se crea la ilusión que la estructura avanza con éste.

La unidad de estos elementos provoca en el visitante o fiel un sentimiento de cobijo por parte de la arquitectura, o más bien un cobijo por parte de la iglesia católica.

La plaza de San Pedro es una obra arquitectónica majestuosa, a pesar de cumplir con funciones políticas y sociales, ésta puede simplemente ser apreciada visualmente y cumplir con su objetivo de demostrar grandeza. Por esto me gustaría proponer el arte como algo grandioso, que puede elevar el sentido de las cosas a un nivel casi extraordinario o inhumano. Pero tú qué opinas, ¿crees que la arquitectura puede realmente mostrar estos poderes?

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