En nuestra anterior entrega hablamos de grandes obras para piano solo de Brahms y Claude Debussy; continuamos con grandes conciertos para piano y orquesta. Son muchos y variados los compositores que han escrito para este género. Hablar de los conciertos para piano y orquesta más populares es meterse en terreno pantanoso, pues cada uno de ellos llevaron en su momento al piano a los planos ulteriores del firmamento musical. Advertimos que lo que ahora expondremos es altamente subjetivo, y hasta controvertido; nos arriesgaremos. Empezamos con el ‘milagro’ de la música: Ludwig V. Beethoven. Compuso 5 conciertos, todos muy bellos. Los tres más importantes sin duda son el No. 3, el No. 4, y el No. 5, “Emperador”. Este concierto es primus inter paris; su 2º. movimiento, Adagio, es monumental y una de las piezas más tiernas del repertorio pianístico que refleja la grandeza del alma de Beethoven, oculta por su dolor y frustración al percatarse que estaba perdiendo su capacidad de oír. Continuamos con Wolfgang Amadeus Mozart. Conscientes de la dificultad de decidirse por alguno de sus 27 conciertos para piano, nos inclinamos por el No. 20. Temperamental y tenso 1er movimiento, perfectamente estructurado. La Romanza del 2º. movimiento es una de las páginas más brillantes de Mozart y de lo más bello del repertorio pianístico. 3er movimiento de gran lucimiento orquestal, con magistrales diálogos entre piano y orquesta. Una joya. Seguimos con Frédéric Chopin, el gran poeta del piano. Compuso 2 conciertos: Nos. 1 Op. 11 y 2 Op. 21. Aunque el No. 1 en Mi menor es más romántico, el No. 2 (que es anterior al No. 1) tiene una partitura para piano más intensa. Ambos son grandiosos pero el que esto escribe se inclina por el No. 2, por su Maestoso 1er movimiento, con largos desarrollos melódicos; un Larghetto que es una auténtica declaración de amor (a un amorcito secreto); y un 3er movimiento para virtuosos, de excepcional rigor técnico. Peter Illich Tchaikovski compuso 3 conciertos para piano; el No. 1 es con mucho el más popular. Su introducción la reconocen hasta los más apáticos; es expansiva, grandiosa, acogedora y bellísima. Lleva al intérprete al límite. Es música de carácter universal. Es difícil no estremecerse con este gran concierto. Johannes Brahms. Compuso 2 conciertos: No. 1, Op. 15 y No. 2, Op. 83. El No. 2 es el más grandioso. Auténtica sinfonía concertante con piano, es la obra cumbre de este género de concierto. Obra de grandes proporciones. Tiene 4 movimientos en vez de 3, que es lo común. Inicia con un solo de trompa con apoyo del piano, alegre ma non troppo. Inconfundible tema cíngaro en el 2º. movimiento, alegre y apasionado. Un 3er movimiento Andante de tonalidad melancólica, con tiernos solos de chelo. De lo más inspirado de Brahms. El 4º. movimiento, alegre y gracioso, impone el piano sobre una melodía de cuerdas de incomparable belleza. Concluimos con Serguei Rachmaninov: compuso 4 conciertos. El Nº 2, Op. 18 es nuestro favorito. Es un concierto monumental con un 1er movimiento de grandes proporciones, con acordes que requieren la mano de un virtuoso. Un 2º. movimiento de un lirismo sobrecogedor, vivo reflejo de la melancolía que envolvió al autor durante su vida. Un 3er movimiento con espectacular apoteosis final. Pero un lugar especial en mi preferencia tiene la Rapsodia sobre un tema de Paganini; la variación XVIII es de un romanticismo inédito, tema de la bella película de Jane Seymour y Christopher Reeve ‘Pídele al tiempo que vuelva’. *Diplomático queretano; diletante de la música clásica. Twitter: @fgcossio

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