Con plena certeza pueden enumerarse un sinfín de ejemplos de incongruencia que los seres humanos hacemos patentes desde cualquier ámbito de nuestras vidas; la vida pública, la social, la privada y algunas otras si queremos ser más específicos, ofrecen remarcables registros de falta de alineación entre lo que decimos y lo que hacemos, motivado esto por cualquier cantidad de pretextos, buenos o malos, justificables o no, que “aparentemente” otorgan razones para actuar de una o otra manera.

Inicio con este no tan breve aforismo la reflexión de esta semana #DesdeCabina, apoyado en algunos ejemplos en donde nuestra congruencia deja pasar aceite y evidencia con suma claridad la poca o nula alineación entre lo que decimos y lo que hacemos; también comparto brevemente otro ejemplo, de gran trascendencia pública, en donde la congruencia ha dejado de manifiesto su poder, aún a pesar de los desavenencias que las decisiones motivadas por ella, puedan dejar en el camino.

El primer ejemplo está en los retos que representa para todos los actores, el regreso a clases presenciales. Son muchos los factores que juegan en este tema; por un lado, sobrevivir junto con los infantes en casa, la actividad escolar cotidiana, ha representado para una gran mayoría de las familias toda una proeza de logística y resiliencia física y emocional -para lo que seguramente muy pocos estaban preparados-; la necesidad de continuar la formación de los educandos en las mejores condiciones o la pandemia que sigue sin dar tregua, son solo algunos elementos más de la fórmula explosiva. Quejarnos de las condiciones, desde la silla que se tenga, en la que se plantea el regreso a clases presenciales, de manera gradual, paulatina y cauta, contrasta abismalmente con la manera en la que algunas familias -enfatizo que no puede generalizarse-, pretenden cuestionar la decisión. Es sumamente incongruente, no querer sumarse a la iniciativa del retorno, pero sí vacacionar sin reparo alguno en sitios atestados de personas o asistir abiertamente a reuniones familiares o llenar centros comerciales y plazas durante eventos públicos. Se entiende que el encierro es en verdad lacerante en muchos sentidos -incluso es necesario despejarse eventualmente-, lo que no debe suceder es que ello supere los límites de lo sanitariamente conveniente en la condiciones que vivimos.

El segundo ejemplo es la reciente suspensión de la Feria Aeroespacial México 2021  a celebrarse en Querétaro la siguiente semana, que si bien, acordada entre los involucrados en otras condiciones y momentos, pretendían traer gran reconocimiento y visibilidad mundial a México, desde nuestra entidad, pero cuya decisión hoy da cuenta en extremo positiva, de una congruencia con las medidas asumidas por las autoridades técnicas sanitarias. Esto puede haber dolido -me incluyo entre aquellos a quienes la decisión puede haber impactado-, pero desde mi más humilde opinión, reitero, es un gran ejemplo de congruencia y, sobre todo, de entereza ante una decisión tan trascendente y de tan alto impacto para el estado y para el país.

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