Con cada pieza que se da a conocer en estos días se puede armar un gran rompecabezas de lo que fueron las administraciones anteriores, desde Fox hasta Peña Nieto (2000-2018), a los que podemos calificar como gobiernos basura. Nos dejaron el desperdicio y los residuos y hoy su corrupción apesta a kilómetros de distancia.

Fox y Calderón, los presidentes panistas, dicen ahora que no sabían que dormían con el enemigo, porque su aparato de seguridad estaba comprometido con el crimen organizado, y borraron las débiles fronteras entre autoridad y delincuencia. Peña Nieto reprodujo de forma ampliada un régimen de corrupción compuesto de privatizaciones, negocios fraudulentos y cortinas de impunidad para cubrir sus delitos. Esos gobiernos que encabezaron el PAN y el PRI, han dejado al país capturado por el crimen y los poderes fácticos. Cada día resulta más claro que el espectáculo de personajes como Emilio Lozoya, Rosario Robles, Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño García, Tomás Zerón, César Duarte y los que se sumen a la lista, robaron, defraudaron y, algunos también fueron narcotraficantes, que mal gobernaron al país. ¿En manos de quién estaba México?

Así como se ha caído la “verdad histórica” del caso de Ayotzinapa y los 43 estudiantes desaparecidos, ahora sabemos que la criticada “guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón, no sólo dejó cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados, sino también una amplia colusión entre autoridades y criminales. El país estaba literalmente en manos de los narcos. Con los documentos que ha revelado la fiscalía de Nueva York se indica que estos “policías” mexicanos enviaban droga a Estados Unidos, eran parte del cártel de Sinaloa y desde el aparato del Estado combatían a los otros grupos criminales, mientras Calderón no se enteraba de nada. ¿Ignorancia, complicidad o ineptitud? (Aristegui Noticias, 31/07/2020).

¿Qué resultado se puede esperar de la estrategia de la Fiscalía General de la República en el caso Emilio Lozoya, al que se le ha dado un trato especial? Este capítulo, que se ha calificado por la crítica como un show, plantea judicialmente lo que ya había adelantado el periodismo de investigación, que Peña Nieto llegó a la presidencia mediante dinero sucio, ¿dónde estaba el IFE?; que Odebrecht pagó sobornos para hacer negocios millonarios, como lo hizo en muchos otros países; que desde el poder presidencial se autorizaban compras fraudulentas a cargo de Pemex, como Fertinal y Agronitrogenados. Pero en el teatro del caso Lozoya, con declaraciones desde un hospital de lujo, con un trato de privilegio y un acuerdo opaco con la fiscalía, el inculpado se declara inocente y se victimiza porque fue “intimidado”, “presionado”, “influenciado”, “instrumentalizado”. Estamos frente a la banalidad corruptora de un funcionario que, según él, sólo seguía instrucciones de sus superiores, porque como dijo unos de sus abogados “no se mandaba sólo”. ¿Cuándo detendrán a los que le daban las órdenes a Lozoya?

Con los expedientes que circulan en estos momentos se comprende mejor el voto masivo del 2018, y cada día el actual gobierno está más urgido a dar resultados y llevar ante la justicia a esta banda de exfuncionarios delincuentes. Para que México deje de tener gobiernos basura se necesita un esfuerzo enorme, y no sabemos hasta dónde está dispuesto a llegar AMLO. ¿Tendrá la 4T suficiente voluntad para romper los pactos de impunidad que dejaron los tres gobiernos anteriores? Pronto sabremos…

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