Uno de los signos inequívocos de la atrofia de un sistema político es la incredulidad que de él se tiene en buena parte de la sociedad. Es común la insatisfacción social de ciudadanos que no se sienten representados. Esta disyuntiva ha obligado a incluir en la ley figuras como la reelección inmediata o las candidaturas independientes.

Buscando fortalecer el vínculo sociedad-gobierno, muchas entidades federativas han establecido figuras de participación ciudadana (plebiscito, referéndum, iniciativa popular y revocación de mandato) que pretenden trasladarle al ciudadano la prerrogativa de determinar que debe o no hacerse.

El pasado domingo, se implementó en el municipio del Marqués un plebiscito para recabar la opinión ciudadana respecto a la posibilidad de concesionar el servicio de recolección y depósito de residuos sólidos. Es cierto, la participación distó mucho de ser la deseada y la incorporación de la tecnología implicó nuevos retos, más allá de los imponderables, es muy destacable la convicción de preguntarle a la gente y con ello, tener más claro qué es lo que realmente quiere.

Una mejor democracia necesita necesariamente de mejores demócratas, somos los ciudadanos, más que las reglas y los procesos, quienes fortalecemos la calidad de un sistema de gobierno cuya esencia se encuentra en el compromiso y la responsabilidad con la que nos comportamos cada uno de nosotros, las democracias más funcionales, recargan su eficiencia en la responsabilidad social de sus habitantes. por eso, y mucho más allá del resultado de este y cualquier otro ejercicio similar, lo más destacable será encontrar las fórmulas que nos permitan cada día y con mayor regularidad, contar con la participacion de más y más ciudadanos en esta y cualquier otra consulta popular.

México se acerca a un punto de inflexión en su gobernabilidad, necesitamos garantizar que la pluralidad política encuentre asideros que le permitan al sistema operar en su conjunto y no balcanizarse.

El próximo presidente de la República seguramente estará gobernando acompañado de un congreso opositor y de darse una elección de tercios, pudieramos caer en el más complejo de los escenarios, un presidente gobernando con un Congreso en donde la Cámara más numerosa pudiera tener una mayoria calificada de oposición, menudo dilema para un país poco acostumbrado a construir en lo diverso y mucho más propenso a ahondar en diferencias, señalamientos y críticas, pues los incentivos están construidos para premiar el enfrentamiento y no la colaboración.

Líder de la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso estatal.

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