En esta ocasión en mi deseo compartirles la semblanza de mi hermano Felipe, la que desde su fallecimiento ocurrido el 4 de septiembre de 2017 he tenido la inquietud de publicar en esta sección de opinión de El Universal Querétaro.
Nació el 13 de Octubre de 1944 en la Ciudad de Querétaro, hijo del matrimonio formado por Natalia Garrido Almaraz y Felipe Zepeda Amezcua, quienes tuvieron primero dos hijas y luego seis hijos, siendo Felipe el primero de los varones.
Realizó de manera excelente sus primaria y secundaria en el Instituto Queretano, para luego ingresar a la Escuela de Bachilleres de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Tempranamente mostró gran inclinación por el deporte, destacando en el atletismo, especialmente en velocidad y en salto con vallas. A nivel estatal y nacional obtuvo gran cantidad de medallas en competencias, llegando a participar en las eliminatorias de atletismo para conformar la selección olímpica mexicana de 1968.
Llevó a cabo el bachillerato en ciencias sociales y también en ciencias físico matemáticas, obteniendo altos promedios de calificaciones. En esa etapa tuvo como compañeros a personajes como Enrique Burgos García, así como a otros destacados queretanos.
La inclinación de Felipe a la ingeniería civil se gestó ante el ejemplo de nuestro papá, quien dedicó toda su vida a la realización de caminos y carreteras, así como al diseño de obras complementarias principalmente en el Estado de Querétaro, trabajando durante más de 40 años para la entonces llamada Junta Local de Caminos, cuyas oficinas estaban ubicadas en Ángela Peralta esquina con Próspero C. Vega en nuestra ciudad capital.
Así las cosas, Felipe decidió estudiar ingeniería civil en nuestra Alma Mater, logrando un magnífico desempeño académico y concluyendo con su tesis sobre una propuesta de diseño estructural de grúas de acero para la industria. Su examen de titulación se llevó a cabo el 28 de Junio de 1968, en el edificio del Patio Barroco de la UAQ, siendo aprobado por unanimidad de votos. Por cierto, como parte de su formación práctica, mi hermano Felipe estuvo integrado a las brigadas de prácticas de topografía de la Junta Local de Caminos conducidas por nuestro señor padre, Don Felipe Zepeda Amezcua.
Como ingeniero civil llevó a cabo diversas actividades propias de la profesión, como el diseño estructural del hoy Hotel Impala, entre otras, además de integrarse al mundo académico, como profesor de matemáticas de la Escuela de Bachilleres y en la Escuela de Ingeniería de la UAQ, así como de física en el Instituto San Javier. Era práctica común que los alumnos destacados de semestres avanzados de la carrera de ingeniería fueran invitados a impartir asignaturas de los primeros semestres, él fue uno de ellos, así se inició en la docencia.
Realizó la Maestría en Ingeniería (Hidráulica) en la UNAM de 1975 a 1977 en un ambiente de alta exigencia y regresó a impartir cátedras del área de la hidráulica en la Escuela de Ingeniería, donde al poco tiempo fue electo Director de la misma (1980-1982) y creó los estudios de posgrado, estableciendo la Especialidad en Hidráulica, que luego pasó a ser la Maestría en Hidráulica e instaurando también la Especialidad en Mecánica de Suelos; así, desde 1980 la Escuela se transformó a Facultad. Con la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos se realizaron gran cantidad de modelos hidráulicos en las instalaciones de la Facultad, en el Centro Universitario del Cerro de las Campanas, atendiendo requerimientos del Gobierno Federal para las obras de infraestructura que proyectaba.
Felipe fue magnífico profesor, universitario a carta cabal, queretano de gran arraigo, hombre honesto, excelente hijo, hermano ejemplar, amigo entrañable, persona culta, buen ciudadano, generoso y solidario.
Continuará.