Hace unos días, el Instituto Nacional Electoral anunció la firma de un convenio con Facebook “para promover la participación ciudadana” durante el actual proceso electoral. El día del anuncio, Lorenzo Córdova, presidente del INE, anunciaba en medios que el instrumento entre la autoridad y la empresa  buscaba resolver “una tarea titánica para evitar las noticias falsas o fake news en redes sociales” y eso, decía, “sólo se puede hacer por la vía de generar información y preparar mecanismos de validación de la información”. El tema me merece algunos apuntes:

1. México requiere de una autoridad electoral fuerte, capaz de tomar decisiones y de organizar un proceso limpio y transparente. Una parte importante de esa transparencia, o de su percepción pública, pasa porque no haya temas que se acuerden en lo obscurito, como sucedió con el Memorando de Entendimiento (MoU) que firmó el INE con Facebook Ireland Limited, el brazo internacional de la compañía. De acuerdo con el dicho de la propia autoridad electoral mexicana, el texto del MoU no se hizo público “porque Facebook así lo pidió”. No creo que algo así sea aceptable.

2. No dudo de la buena fe de las autoridades del INE y de su intención real de colaborar para eliminar la dañina desinformación que se dispersa como pólvora a través de redes sociales, pero en el texto del MoU —que hasta donde sé sigue sin ser público,  pero al que hemos tenido acceso algunas personas—, no se menciona ni una sola vez el término fake news. Algunos dirían que no mencionarlas no significa que el MoU no ayude a combatirlas, pero la parte que no cuadra es lo que ha sucedido en otros países, en donde la empresa no solo ha ofrecido “productos” que la ciudadanía puede usar —dentro de su plataforma y jalando con ello “agua para su molino” en término de visitas y tiempo como lo hace en el MoU firmado con el INE—, sino también recursos específicos para detectarlas.  

3. El caso italiano llama particularmente la atención. Tan solo 4 días antes de que se hiciera el anuncio de Facebook en México, un titular de The Washington Post decía: “En Italia, Facebook tendrá a editores especializados en cazar fake news por primera vez”. En la nota, se hacía un recuento de la avalancha de críticas de la que ha sido sujeta la empresa no sólo por falta de transparencia cuando ha contado con evidencia de los esfuerzos de agentes maliciosos por diseminar sus contenidos en contextos electorales, sino más también por no asumir una visión de busqueda activa de fake news y esperar pasivamente a que algún usuario reporte su existencia, como sucede ahora y como sucederá en el caso mexicano. ¿Por qué Facebook decidió que Italia sí merecía un esfuerzo activo y México no? No sabemos, pero creo que la pregunta vale la pena, sobre todo si la empresa le entró felizmente el juego de “firmamos un acuerdo para combatir las fake news”.

4. La opacidad de Facebook no es privativa del caso mexicano. De hecho, fue hasta un año después de la elección que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, que supimos que la empresa tenía indicios y evidencia de que la red social estaba siendo utilizada por hackers rusos para influir en la elección. Se supo también casi un año después, que los equipos legales y de políticas de Facebook ocultaron esa información hasta que ya no les quedó más remedio que revelarlo en audiencias del Congreso estadunidense. A partir de ese escándalo y del creciente escrutinio al que ha sido sujeto la compañía los últimos dos años, su estrategia ha sido desplegar esfuerzos que más que combatir la desinformación, buscan limpiar su imagen.

5. Lorenzo Córdova ha dicho que el INE busca acuerdos similares con Google y Twitter. La experiencia con Facebook tendría que contar para no hacerle el juego a estas empresas. No sobra decirlo: no son damas de la caridad y tienen mucho más responsabilidad de lo que les gusta reconocer.

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