Son cada vez más las voces especializadas que aseguran que la industria de la salud no pasa por su mejor momento. Los grandes laboratorios han vivido una falta de novedades médicas y una agresiva competencia con los fabricantes de genéricos, sin contar la caducidad de fármacos; razones por las cuales crean enfermedades para vender sus medicamentos, opinan los especialistas. En abril 2018, por ejemplo, Goldman Sachs (Grupo de Banca, Inversión y Valores), aseguró que “Curar enfermedades es un mal negocio para la industria farmacéutica” (cnfr. “La revolución del genoma”), aunque se refería a la biotecnología, su afirmación puede aplicarse a todo el Big Pharma.

David Henry y Ray Moynihan, científicos de la Universidad New Castle, Australia, escribieron, en 2006, que las grandes farmacéuticas consideraban enfermedades la menopausia, el colesterol alto, disfunciones sexuales temporales, síndrome de piernas inquietas, intestino irritado, envejecimiento, timidez, tristeza o soledad, entre otras, y las trataban con fármacos.

Las grandes campañas publicitarias que promocionaban los “medicamentos” también informaban de estas “nuevas enfermedades”; fenómeno que la literatura alglosajona ha llamado disease mongering, que podría traducirse, dicen los científicos, como “promoción (o tráfico) de enfermedades” (El País, Barcelona 25 abril 2006/Gonzalo Casino).

La timidez pasó a ser enfermedad cuando en 1980 la norteamericana Food and Drug Administration, FDA, la introdujo en el manual de enfermedades como “trastorno de ansiedad social” la clasificó como de “muy rara aparición” y, en 1998, GlaxoSmithKline (GSK) lanzó Páxil, indicando que curaba la “fobia social”. Este Laboratorio lanzó también el Alosetron (Lotronex) para tratar en mujeres el “síndrome de colon irritable” —otra enfermedad creada—; en 2000, el medicamento tuvo que ser retirado del mercado por efectos adversos gastrointestinales que amenazaban la vida. Aun así se reintrodujo en 2002.

En 2017, Donald Trump instaló como titular de FDA al doctor Scott Gottlieb, quien además de haber sido asesor del Senado en el Comité Federal de Políticas de Tecnología de Información de Salud, fue asesor de GSK y socio del fondo de capital riesgo New Enterprise Associates, según informó Joan Faus en El País (Washington, 11 de marzo 2017).

Para curar la alopecia, el laboratorio Merk lanzó Propecia (Finasterida) y, para reforzar la credibilidad en el producto, mencionaron al International Hair Study Institute, sin decir que el mismo laboratorio lo financiaba.

Cuando las ventas del Viagra —hasta mil millones de dólares anuales (1999-2001)— cayeron, laboratorios Pfizer amplió su mercado objetivo del que originalmente tenía: cirugía de próstata o diabetes, creando el “trastorno eréctil”, como nueva enfermedad; esto ocasionó que personas entre 18 y 45 años de edad sean sus nuevos principales usuarios.

Aun así, de acuerdo con el ranking de las 500 empresas más importantes del mundo (Revista Fortune, 2016), los ingresos de las principales farmacéuticas del mundo superaron los 640 mmdd, de los cuales: China Resources National tenía 75.776 mdd; Johnson & Johnson, 71.890; Roche, 53.427; Pfizer, 52.824; Bayer, 52.569; Novartis, 49.436; Sinopharm, 42.810; Sanofi, 41.376; Merck, 39.807; GSK, 37.642.

No hay que olvidar que de 1999 a 2002 la fiscalía de Verona, Italia, acusó públicamente, con nombre y apellido, a 4 400 médicos y 273 empleados y dirigentes del laboratorio Glaxo Smith Kline de todo el país por sobornar con regalos y dinero a los médicos a cambio de que recetaran sus productos. Labor que en México hacen los representantes médicos.

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