El tiempo que vivimos es como si cualquier en amanecer despertamos en la cima de un risco, lejano, desolado, alto, helado y silencioso, sin saber con precisión cómo y cuándo llegamos ahí y muchos menos vislumbramos lo propio con relación a regresar a donde estábamos. Es una sensación difícil de describir cuando, por sus características, resultan inevitables el miedo, la incertidumbre y por otro lado el valor de la fe y la esperanza de poder transitar dicho tiempo para ser mejores personas, como ya lo son tantos mujeres y hombres en los hospitales del mundo.

Pero es todo un reto cobijarse sin abrazos y en la distancia que nos exige la situación. Esta fotografía que narra lo que comparto, me hace pensar en la frase que me escribió una amiga muy querida a quién su madre le decía “Hija, Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca”.

Cuidemos nuestras fuerzas y entusiasmo para transitar lo incierto, hasta que logremos recuperar lo más cercano a una relativa normalidad, pues lo que viene será sin duda muy difícil. Sigue estando en mantenernos en casa, el evitar una avalancha, en este México y en el Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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