Nubes borrascosas se ciernen sobre la economía mundial, especialmente en la norteamericana, y por ende en aquellas economías ligadas a ella como la mexicana.

El fracaso de un acuerdo entre demócratas y republicanos en Estados Unidos ha llevado al presidente Obama a una situación que los politólogos han llamado el “secuestro político”. Ambos se acusan mutuamente de lo que va a venir. La falta de acuerdos para firmar el pacto este viernes llevó a Obama a firmar la orden para autorizar los recortes automáticos de 85 mil millones de dólares en programas repartidos en varias áreas como educación, defensa y sanidad.

Los recortes provocarán la pérdida de 750 mil empleos y la reducción en medio punto porcentual en el crecimiento de la economía estadounidense.

Al margen del tono de la discusión que nos muestran la airada confrontación, lo que nos debe de preocupar es lo que dice el presidente Obama, "es un hecho real que causará dolor... Es tonto y va a hacer daño... Va a dañar a individuos en particular y a la economía en general”, no sólo serán los estadounidenses de clase media los afectados, sino también la economía mexicana tan dependiente de nuestro vecino del norte.

El recorte del gasto público contraerá la demanda interna e incrementará el desempleo, de ahí que la primera afectación será sobre la población más vulnerable como son los indocumentados. Se calcula que un 30% perderán sus empleos, lo que significa una reducción sustancial en las remesas. Como la afectación será en la clase media muchos productos de consumo no indispensables como automóviles y enseres que son importados desde México disminuirán en su demanda; y es aquí donde viene la situación preocupante para el país, y nos preguntamos ¿las autoridades económicas han previsto el daño del abismo fiscal estadounidense?

Lo que no se ve claro es una estrategia para afrontar lo que se viene. Un mal comienzo de año ha tenido la administración peñista, la caída de los ingresos petroleros, el incremento de la deuda externa heredada del sexenio pasado, sumado a lo que viene, decrecimiento de las exportaciones y caída de las remesas nos hacen prever nubes borrascosas en la economía mexicana. Claro, el gobierno fiel a la ortodoxia liberal procurara incrementar sus ingresos a través del impuesto al valor agregado en medicinas y alimentos y la apertura de Pemex a la iniciativa. A final de cuentas, si algo está claro en este escenario es que pronto tendremos un "habemus papa", y que Dios nos agarre confesados.

Investigador del Instituto de Estudios Económicos Financieros (UAQ)

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