Hablar de la humanidad y de su valor, gracias al desarrollo de la inteligencia, es siempre un tema de suyo fundamental para quienes mantenemos el deseo de conocer más sobre su origen y su evolución, así como buscar respuestas a múltiples preguntas que nos hacemos al formar parte de ella. Apenas este fin de semana leí un muy buen artículo sobre los Neanderthales, el cual hace referencia, entre otras publicaciones, al libro titulado “Sapiens - De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad”, de Yuval Noah Harari, publicado en 2014 y que por una recomendación comencé a leer recientemente. En la actualidad, ha cobrado mayor interés lo que se ha descubierto alrededor de dicha especie y de los vínculos con otras que considerábamos que han recorrido un largo camino evolutivo hasta llegar al “Homo Sapiens”, especie donde nos ubicamos los seres humanos contemporáneos y de la cual se pensaba que tan solo somos el capítulo actual de una única cadena evolutiva. Lo relevante que ha resultado el conocer más sobre la que hoy se afirma como una especie humana extinta, los neandertales y el vínculo que en las últimas décadas de investigación, se ha venido estrechando entre ambas especies y ha merecido un importante número de eventos y publicaciones, en ellas, estos últimos se convierten en verdaderos protagonistas, rompiendo de facto la creencia de que los Sapiens somos los únicos en la cúspide de la vida y su evolución hasta la actualidad.
Un número de destacados investigadores han publicado literatura que nos permite modificar la perspectiva y la percepción sobre nuestro origen y evolución. Son recurrentes los nuevos descubrimientos sobre dicha especie que ya no está entre nosotros y que día a día arrojan nuevas consideraciones en torno a ciertas similitudes con quienes hoy poblamos este planeta regido por la naturaleza y las leyes de la química y física que igual rigen en el universo entero. Descubrir que no somos la única especie humana en el transcurso del tiempo, puede resultar aterrador o también fascinante. Múltiples expresiones culturales conocidas por la aplicación de técnicas sofisticadas de investigación, nos dicen que el Neanderthal pensaba, utilizaba ciertos instrumentos, creaba arte, cuidaba a sus congéneres, usaba colores y realizaba muchas actividades que sólo atribuimos a nuestra especie. Se considera que, hace alrededor de 40 mil años, coincidieron en Europa los “Sapiens” con los “Neanderthales”, compitiendo por recursos hasta la desaparición de los segundos por múltiples razones.

Seguramente estas y muchas otras teorías de quienes investigan con nuevos ánimos y propósitos científicos, nos debe hacer pensar con mayor seriedad en la fragilidad que tenemos como especie humana ante los retos que vivimos en el presente en torno a muchos de los cambios propiciados por el calentamiento global, la salud, la alimentación, la economía y las nuevas formas de socialización que inciden en el desarrollo de las comunidades integradas por países y grandes regiones, donde el ser humano se enfrenta a sí mismo como un ser depredador que se coloca por decisión propia como rector de todas las demás especies vivas que habitamos este pequeño y oscuro rincón en una galaxia más del universo. La inteligencia para bien, compite con la ambición desmedida que poco a poco destruye muchas de las expectativas de lograr una sana armonía y convivencia entre los propios seres humanos. Vivimos momentos cruciales que nos están obligando a replantear las maneras de actuar ante las necesidades básicas que prevalecen desde nuestro origen.

Los tiempos de quiebre son siempre momentos donde las comunidades deben encontrar soluciones a corto y largo plazo, buscando garantizar condiciones favorables para el crecimiento intelectual, la sustentabilidad y una vida feliz. No olvidemos, en nuestra sabiduría popular aquella frase que dice: “Dios perdona siempre, el hombre “a veces, pero la naturaleza nunca. Lo azaroso de la vida siempre nos regirá, lo sabemos. Conocemos una gran parte de nuestra historia como especie, pero aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre el por qué muchas civilizaciones antiguas desaparecieron sin una explicación concreta y sólida.

Formamos parte de lo contemporáneo, y en la medida que solo pongamos interés en lo  urgente, dejando a un lado lo importante, incrementarán los riesgos de no dejar un mejor porvenir para las nuevas generaciones, quienes abrigan la esperanza de un mejor mundo, de un mejor país y un mejor Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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