*Nunca le tengan paciencia al 
dolor, ya que éste se puede volver 
crónico y generar otras secuelas
*Aunque no me lo crean, el estrés 
no sólo nos afecta mental y emocionalmente,  nos afecta de manera física

A todos nos ha pasado   en algún momento de nuestras vidas que sentimos dolor y no sabemos por qué,  no encontramos explicación racional a un dolor físico. Hoy les quiero contar el caso de un colaborador eventual en y’u, muy peculiar, se trata de Bernardo, quien hace un mes llegó a verme a consulta porque tenía un dolor agudo en el hombro izquierdo.

Este dolor que padecía Bernardo se extendió hasta su cuello, al grado que no podía girar la cabeza al lado izquierdo y, aunado a ello, había perdido la sensibilidad en la mano izquierda, mientras que el brazo izquierdo le temblaba sin que él pudiera controlarlo.

En el momento de hacer su evaluación,  Bernardo tenía una aguda contractura a la altura del romboide menor izquierdo, que es la parte más alta de la espalda; después de hacerle varias preguntas, de checar su postura, preguntar por sus hábitos, si había hecho algún esfuerzo físico extremo, definitivamente estaba pasando por un periodo de mucho estrés, si él no hubiera tenido este nivel, probablemente esta contractura hubiera sido simple y habría desaparecido; sin embargo, el nivel de estrés y de angustias en el que se encontraba, agudizó el problema.

Sí, aunque no lo crean, el estrés no sólo nos afecta mental y emocionalmente, puede ser tal el caso que se represente de manera física.

Ya entonces, Bernardo me contó que todo había empezado con una pequeña e irregular punzada en su espalda alta, que no le ponía atención porque iba y venía durante varios meses. Pero sucedió que un día amaneció con dolor agudo, que no se fue, pero decidió no hacerle caso.

Pasaron los meses y Bernardo se acostumbró a vivir con esa molestia, pero después le empezó a afectar el brazo izquierdo, hasta perder la sensibilidad de la mano; pero lo que lo asustó fue que un día al querer girar su cabeza hacia la izquierda, sintió una gran punzada y no logró hacer el movimiento.

Fue entonces que nos buscó para que lo ayudáramos con su padecimiento. El pobre llegó con lágrimas en los ojos por el dolor que sentía; los anti-inflamatorios, pastillas para el dolor y ungüentos ya no le daban ningún consuelo y, prácticamente, no podía estar sentado a causa del dolor.

Cuando lo evaluamos, estaba casi paralizado del hombro y cuello, a excepción del brazo que le temblaba. En el método y’u, tomamos en cuenta que somos seres integrales, que siempre tenemos que abarcar de esta manera el tratamiento: físico, mental y emocionalmente, entendiendo primero la raíz u origen del problema y resolviendolo para siempre, a través de darle una mejor y óptima opción al cuerpo para que verdaderamente se haga esa diferencia y desde la causa se combata el problema.

Bernardo no tiene dolor en el hombro, puede girar su cabeza sin molestia y sin dolor, además aprendió mediante respiraciones y movimientos rutinarios a controlar su estrés laboral y llevar una rutina más relajada, y está feliz sintiéndose saludable y más fuerte, utilizando las mecánicas adecuadas y su sistema nervioso central; ahora está en armonia, por la diferencia en la percepción (qué es uno de los distintivos del método).

Moraleja: Nunca se acostumbren o crean que un dolor o padecimiento físico que no pueden ubicar su origen, es algo pasajero; ello, como en el caso expuesto, se puede convertir en un padecimiento crónico con consecuencias graves. #AléjateDelDolor. Márcanos si necesitas ayuda, al 4422580597, o métete a nuestras redes sociales @metodoyu

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