Nuevamente el presidente Donald Trump (DJT) ha iniciado una ofensiva contra México, su economía y su población. Ha ordenado imponer una tarifa del 5% a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, además de incrementar el arancel hasta que México frene por completo a quienes pretenden emigrar sin documentación a su país.

Independientemente de que con esta medida DJT está reaccionando al informe que el Congreso de los Estados Unidos dispone sobre el papel que él jugó en la intromisión rusa en las elecciones que ganó, es pertinente entender el complejo fenómeno de la migración. Para comprender el problema y actuar, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha preparado un documento muy completo. Es el Plan de Desarrollo Integral El Salvador-Guatemala-Honduras-México, Diagnóstico, áreas de oportunidad y recomendaciones de la CEPAL. Su lectura es imprescindible y servirá como la plataforma de estos cuatro países para que de manera coordinada y con un enfoque multidimensional cada uno construya al interior soluciones que están vinculadas regionalmente. Esto es un muy buen principio, porque para llamar a Estados Unidos a sentarse en la mesa, el buen juez por su casa empieza.

El problema de la emigración en el llamado triángulo norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) ha crecido de manera exponencial entre muchas razones, por dos que cabe destacar del documento de CEPAL: una, el crecimiento demográfico de estas poblaciones, y dos, “el proceso de urbanización no responde a un proceso de industrialización, sino a un debilitamiento de las estructuras productivas tradicionalmente rurales y a una fuerte expansión de la economía informal”.

Esto último ha contribuido al hacinamiento en viviendas precarias sin acceso a servicios públicos, para lo que cito a CEPAL: “No es casual que la conflictividad social, el deterioro del tejido social y la convivencia y el aumento de las actividades delictivas encuentren un espacio propicio en el tipo de urbanización prevaleciente. Esta realidad demanda un enfoque de nueva planeación urbana, y su fortalecimiento, cierre de brecha territoriales y sociales, así como recuperación del valor integrador y constructor de ciudadanía de los espacios y servicios públicos”.

A esto hay que agregar que la región está aún muy lejos de poder recibir masivamente inversión extranjera para impulsar un crecimiento económico vigoroso y sostenido. Falta mucha infraestructura en carreteras y puertos. Asimismo falta bajar el costo de la electricidad, para lo cual requieren del acceso a gas natural, y un mayor impulso a las energías alternativas. Para esto último se necesitan de terminales en los puertos para recibir gas natural y gasoductos. Por ejemplo, en Honduras, se carece de un suministro confiable de electricidad.

Quienes toman la difícil decisión de dejar su lugar de origen lo hacen porque buscan mejores condiciones para ellos mismos y sus familias. Si a eso le agregamos la violencia que ha imperado, no debemos sorprendernos de la crisis que merece la atención internacional.

Ni con tuits, ni con muros y menos con aranceles se puede detener el complejo fenómeno de la emigración a los Estados Unidos. Lo que se requiere es mitigarla y ordenarla, y para ello es fundamental el diálogo para la cooperación que construya soluciones en el muy corto, corto, mediano y largo plazos. El presidente Trump podría tener la oportunidad de pasar a la historia como estadista si, por razones económicas y compasión a quienes sufren, pone de su parte y da el apoyo a Centroamérica que históricamente se le ha escatimado.

Economista. @jchavezpresa

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