Siempre uno debe saber el momento de decir adiós, saber cuándo se debe retirar, cuándo se está en lo más alto o cuando ya se da pena. Esta decisión es muy complicada tomar en cualquier aspecto de la vida y si se le está diciendo adiós a la profesión que más amas resulta doblemente difícil. Es así como en esta ocasión tocaremos el tema de los toreros retirados.

Me ha tocado ver como desparraman lágrimas por las mejillas toreros que les duele más que la peor cornada que le ha pegado un toro el despedirse de los ruedos, algunos son necios y se aferran a las tablas como si fuesen toros bravos peleando por su vida después del espadazo final. Estos toreros pueden pasar de ser los más valientes a ser los más nobles al momento que su último toro sale por los toriles. Mientras su última faena está en curso de lo alto de la plaza suenan “Las Golondrinas” haciendo el momento más dramático aún. Después de la suerte suprema viene el momento más doloroso el cortar la coleta. Por lo regular familiares, apoderado y cercanos al matador se reúnen para hacer del momento triste algo llevadero.

Una vez que el ritual culmina y que han pasado por la mente del torero sus mejores toros, sus mejores faenas, sus primeros avíos, sus miedos, sus valentías, sus cornadas y todo lo que implica pararse a torear, se dispone a dar la última vuelta al ruedo -digo si es con los premios se disfruta aún mejor-.

Tal es el momento de decir un “Ya cumplí”, que ahora como maestros retirados no pueden dejar así como así la fiesta y muchos se convierten en apoderados, otros dan clases de toreo, otros enfrentan festivales taurinos, y otros más se vuelven comentaristas y empresarios. Al final del día una vez que te enamora la fiesta es muy difícil dejarla.

Pues no debe entonces ser un caso aislado, un golpe de suerte, pienso que las relaciones o amistades que tienen estos dos toreros con las figuras del momento o con sus apoderados, con quienes seguramente actuaron y se conocen de hace rato, facilitan el contacto y las posteriores contrataciones de toreros que en el papel interesan mucho tanto a aficionados como al público en general.

Sumado a esto está el hecho que los toreros retirados conocen el tinglado y todo lo que se mueve tras bambalinas, tema que les da autoridad y herramientas a la hora de la negociación, por otro lado conocen los encastes colombianos, la evolución de las ganaderías, les aconsejan con que toros anunciarse, que cuadrillas escoger y todo lo demás que ahora exigen las figuras.

Además los toreros se conocen entre sí, se han hecho favores, tienen viejas amistades, saben cuándo hay que echar una mano a un amigo, son agradecidos con quienes en algún tiempo los ayudaron y les es más difícil decir que no a un colega conocido que a un empresario, al que consideran del otro lado de la mesa.

Formando parte esencial desde otra trinchera de la fiesta, ahora lo valioso es cuantas puertas con empresarios pueden abrir gracias a las glorias pasadas.

En fin, rituales, flores, música, lágrimas, alegrías y demás sentimientos se pueden generar al momento en que un torero decide colgar los avíos. Una vida entera en el toro no se puede olvidar jamás pero como todo en la regla de la vida. Todo lo que empieza tiene que terminar y que mejor que sea con todos los honores a nuestros maestros retirados que tanto nos enseñan.

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