Era antes. Afortunadamente, las universidades pararon desde el 16 de marzo y, prácticamente, las escuelas lo hicieron también. Fue tal la presión que la SEP anunció el cierre de escuelas desde el 20 de marzo. Muchos empresarios prefirieron la salud de todos sus trabajadores aún conscientes de que habría pérdidas. Muchos asilos de ancianos o casas de la tercera edad tomaron precauciones hace ya casi dos semanas. Una gran cantidad de mexicanos lleva ya entre 10 y 15 días de aislamiento.

Afortunadamente los gobiernos estatales y algunos gobiernos municipales se adelantaron y comenzaron a implementar medidas. Incluyo al gobierno de la CDMX que, en un acto de desesperación contradijo al propio Presidente de la República. Y lo tuvieron que hacer sin coordinación nacional, sin guía y sin estrategia nacional porque federalmente hubo un desprecio a la realidad.

Era antes. Y mientras, nos decían que oían la opinión de científicos y técnicos, pero que no la de los políticos. Más bien, parece que no le hicieron caso a nadie porque más de 200 científicos firmaban una carta con propuestas en la que quedaba claro que a ninguno lo habían tomado en cuenta. Y ahora, en la conferencia de prensa del 28 de marzo, nos dicen que tienen un “grupo técnico científico interdisciplinario” pero no dan nombres de quiénes lo conforman. Únicamente dan a conocer el de los funcionarios públicos y uno más: Mauricio Hernández. No dieron ningún nombre más porque lo presentaron “de manera general”. La transparencia no ha acompañado las declaraciones.

Era antes, se publicó un desplegado con el encabezado “por la salud de todos, ¡actuemos!”. El contenido señala errores que se han cometido, pero señala también propuestas, recomendaciones y una enorme preocupación respecto a la falta de dirección, de legalidad y de certidumbre que la autoridad ha generado.

Era antes. El subsecretario de Salud dijo claramente: “Es nuestra última oportunidad de hacerlo y hacerlo ya”. No tengo duda de que ésta es la última oportunidad, tuvimos otras, pero no se tomaron. Y vienen las inevitables preguntas: ¿es ahora?, ¿no era antes?, ¿por qué se esperaron hasta la “última oportunidad”?, ¿por qué perdimos tanto el tiempo?, ¿por qué dejaron que pasaran las giras, los saludos, las incongruencias?, ¿por qué no quisieron aplicar las pruebas al principio?, ¿por qué llegan incluso a enojarse si alguien pregunta sobre las neumonías atípicas?, ¿por qué los diputados todavía no se reúnen para ajustar el presupuesto en materia de salud, pero si legislaron para facilitar su reelección?, ¿por qué ha sido tan importante la intención de transmitir una imagen de “no pasa nada”?

De cualquier manera, ¡es ahora! y “En esta barca, estamos todos”.

Abogada

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