Después del éxito rotundo de la convocatoria ciudadana para manifestarse en favor del INE en todas las ciudades del país el pasado domingo 13 de noviembre, el presidente López Obrador nuevamente actúa despreciando la voluntad ciudadana. En lugar de escuchar la demanda popular de cancelar su reforma electoral, ahora convocó a una manifestación masiva en la Ciudad de México el próximo 27 de noviembre para apoyar su proyecto de reforma electoral, lo cual demuestra su cerrazón, su necedad y el alejamiento que tiene con la realidad.

Durante los últimos días he visto mensajes en redes sociales que comparan esta convocatoria del Presidente con una que realizó hace poco más de 40 años el entonces presidente José López Portillo. En aquella ocasión, López Portillo convocó a la ciudadanía a manifestarse para apoyar su errática e infundada decisión de nacionalizar la banca, con lo cual se perdió mucha credibilidad y confianza en la economía de nuestro país. Ahora, el presidente López Obrador quiere convocar a la ciudadanía a respaldar un proyecto que provocaría un retroceso democrático irreparable.

Estos dos ejemplos coinciden en varios puntos, pero hay uno que quiero resaltar: el uso faccioso e irresponsable del poder para exaltar la propia personalidad y sostener artificialmente un capricho presidencial. Dicho de otra forma, López Obrador estaría usando el poder y los recursos públicos para alabarse a sí mismo y de paso presionar a otros poderes a llevar a cabo su capricho: adueñarse del INE para tener el control de las elecciones, algo que es completamente inaceptable.

De acuerdo con una encuesta de Parametría, el INE tiene una valoración positiva mucho mayor que la del trabajo del Presidente. Según estos datos, el 76% de los mexicanos aprueba el trabajo del INE, mientras el 59% aprueba el trabajo de López Obrador. Es lógica esta diferencia: el INE es una institución cuya construcción es el resultado del trabajo y el esfuerzo de muchas generaciones de mexicanos que dieron hasta su vida para lograr un país más democrático. En cambio, durante su gobierno, el presidente López Obrador se ha dedicado a tomar decisiones que afectarán gravemente el futuro de las próximas generaciones.

El Presidente no alcanza a dimensionar esas razones y ha adoptado una actitud totalmente intransigente. Ha ordenado a sus diputados que después de la marcha se discuta su reforma de inmediato y, que en caso de no lograr los votos suficientes para modificar la Constitución, se haga una reforma de legislación secundaria con tal de debilitar al INE. Por supuesto, las y los diputados de la oposición no lo vamos a permitir.

Por ello, ahora requerimos otra vez que la ciudadanía se movilice para exigirle a los diputados de Morena que no voten para destruir al INE. Deben entender que por encima de la voluntad del Presidente está la voluntad ciudadana, que es la de respetar y fortalecer a la institución que organizó y dio certeza a los procesos en los que ellos mismos resultaron electos. La democracia no es una cuestión de vanidad, es un logro histórico que nos pertenece a todos los mexicanos, y la vamos a defender hasta donde tope.

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