El país está en los linderos de una crisis estatal. Y los círculos dirigentes del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacional son los principales causantes. A otros partidos —pienso principalmente en el Partido de la Revolución Democrática— no les cabe la misma responsabilidad: la comparten sólo por ser entes cooptados.

Tal proximidad de la crisis se manifiesta, entre otros rasgos: por la incapacidad del gobierno para conducir la aplicación de sus directrices en el plano político y social sin protestas; la ausencia de un sistema de partidos y de formas de vida, debate u oposición partidista; la renuencia popular, cuando no el rechazo, de las resoluciones del Congreso Nacional; el debilitamiento y crisis de la estructura de congresos locales y municipios; la presencia de unos gobernadores como figuras rapaces, pero inútiles para de instrumentar dirección política; el surgimiento de instancias populares de protección civil para comunidades frente al crimen organizado.

Estar en “los linderos” no es un simple acontecimiento; es un riesgo para México, que consiste en que el autoritarismo que ha larvado nuestras instituciones puede absolutizar sus formas de negación de garantías y respeto a los derechos humanos; esta es la alternativa más nefasta, connatural, a lo que se ha llamado “el regreso del PRI”. Peor aun cuando en la “nueva cúspide” está un representante del núcleo priísta más antiguo —el de Atlacomulco—, lo cual explica que su arribo se debiera a la “inversión” de millones en la compra de votos.

Al tal representante no le importa, si un día dio su total respaldo a la secretaria de desarrollo social ante “las andadas”, de los priístas de Veracruz, justificándola por lo que pudiera haber sido una ingenuidad o tal vez un descuido, y al día siguiente declarar lo opuesto en Puebla. Allí dijo: “Los programas sociales deben cumplir un único propósito que es apoyar a quienes más lo necesitan” tras lo cual “convocó a todos los partidos para poner en marcha un blindaje auténtico y real’ de las políticas sociales por medio del diálogo” (EL UNIVERSAL 24/04/013). Qué es lo que vale: ¿el respaldo o el compromiso?

Ello ocurría mientras en Chilpancingo marchaba una manifestación magisterial de protesta por el rechazo de sus propuestas para la ley de educación en Guerrero, la cual degeneró, básicamente por la intervención de escuadrones de provocación —casi una copia de los que actuaron el día 1º de diciembre en la ciudad de México—, creando un clima de desafío al gobierno local como al federal, propicio para desatar la represión a maestros guerrerenses y a los estudiantes normalistas. Todos ellos objeto de la desconsideración y el doble juego con que fueron tratadas sus demandas y sus movilizaciones.

Hemos afirmado que la conducta política del PRI —con los 12 años de desastre político del PAN— nos ha llevado a “los linderos de una crisis estatal”. Ello puso en cuestión el alcance más importante del gobierno de Peña: la creación del Pacto por México, una agenda política que elaboró sólo el PRI y se impuso a los dos partidos “más grandes” mediante cooptación inescrupulosa. Todo en acatamiento del pacto priísta y no como un acto independiente de los partidos…

Mas ahora ha dado un vuelco la situación con los sucesos ocurridos en Boca del Río, que constan en grabaciones, las cuales descubren el uso de recursos estatales puestos al servicio del PRI para las elecciones de julio. PRD y PAN, sobre esa base demandan que la PGR integre la averiguación por la denuncia penal presentada contra funcionarios federales y estatales y se separe de sus cargos a Rosario Robles y a Javier Duarte como exigencias fundamentales. Además se demanda formalmente la creación de un consejo ciudadano de supervisión de los programas sociales, incluida la Cruzada contra el hambre.

No es necesario emprender acciones que conduzcan inevitablemente a traspasar los límites en que está la situación y arribar a la crisis misma. Pero sí es indispensable que el PRI haga profunda rectificación de los rasgos autoritarios y corruptos de su política si quiere mantener el “Pacto” Ello podría, primero, rescatar, aun parcialmente, la dañada independencia de los dos partidos, y segundo, poner un piso de igualdad entre esas organizaciones políticas que posibilitaría, desde luego, entrar a una discusión igualitaria del mentado pacto.

Periodista

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