¿Dónde se pone el dinero? Se pone donde uno tiene puesto el corazón. Si hay un gusto especial por los carros, enfocaremos nuestros sueños y ahorros en comprar el que creemos mejor; si la afición es al futbol, haremos lo necesario para asistir a la final de nuestro equipo, así sea en Italia o en el Estadio de la Corregidora. Pero, nuestros gobernantes ¿dónde ponen el dinero de los mexicanos? Particularmente, cuando se trata de años electorales se hace evidente que los políticos deciden el destino de los recursos públicos del país velando por sus intereses personales y de partido, y no comprometidos con resolver lo más urgente para la población.

Cada año el Poder Ejecutivo formula un proyecto de Presupuesto de Ingresos y Egresos que los diputados deben valorar para, posteriormente, aceptar, corregir o rechazar, pues una de las funciones del Poder Legislativo es hacer contrapeso a las decisiones que toma el gobierno. No obstante, en el contexto local observamos que en los hechos esto no ocurre, porque los diputados en lugar de hacer una labor independiente, aprueban sin la menor crítica las determinaciones del gobernador, lo que resulta más palpable cuando el partido político con mayoría también es el del mandatario en turno y la labor legislativa no refleja los intereses de la sociedad.

En este contexto, las universidades públicas comparten una situación financiera adversa de la que también son responsables las administraciones de los estados por el desentendimiento que han tenido de la educación superior. A nivel nacional, el gobierno de Querétaro se caracteriza por ser uno de los que menos invierten en su universidad estatal, por lo que ocupa el lugar 25 de las 32 entidades del país; mientras que Coahuila, Estado de México, Sonora y Quintana Roo sobresalen por ser de los que más apoyan a sus máximas casas de estudio.

Otro ejemplo destacable es Jalisco que en la Universidad de Guadalajara (UdeG) invierte un presupuesto de más de 5 mil 370 millones de pesos, cifra que representa  5.3% del recurso total del que dispone; cuando en Querétaro, para el siguiente año, nuestro gobierno dará a la UAQ apenas 613 millones de pesos equivalentes al 1.5% del presupuesto estatal, porcentaje que para la institución es el más bajo de los últimos 20 años.

Esa inversión en la UdeG hace posible la admisión de 60% de los aspirantes y la cobertura de 45% de la matrícula de Jalisco. Estos números permiten dimensionar los resultados de las decisiones presupuestarias de la administración local, que limitan a la UAQ a tal grado que tiene que rechazar al 70% de los aspirantes y dar cobertura únicamente al 28.5% de la matrícula estatal de nivel superior y de bachillerato, dejando una parte importante de su responsabilidad a instituciones privadas que no todos pueden costear, puesto que no es mejor el panorama económico de las demás instituciones públicas hermanas en la entidad.

Esta disposición que el gobernador hace de las finanzas se está concretando con el aval de los diputados locales, a pesar de las miles de voces que en todo el territorio queretano se han sumado a la exigencia de que se destine en nuestra Máxima Casa de Estudios  3% fijo del presupuesto del estado, para abrir espacios a los 14 mil jóvenes que se quedan fuera y para que su futuro académico no dependa de la voluntad que cada año tenga la clase política.

Al respecto, la comunidad universitaria es consciente de que el escenario precario es generalizado en el sector educativo de la entidad, el cual desde 2015 —considerando la inflación— en términos reales ha perdido 11% de su presupuesto. Mientras tanto, el dinero para obras prácticamente se duplicó al pasar de 2 mil 864 millones de pesos en ese año a 5 mil 223 millones de pesos en 2017 y para  2018 proponen que el monto sea 10 mil 833 millones 709 mil 208 de pesos, es decir, casi 400% más en tan sólo tres años del actual gobierno.

Como conciencia crítica de la sociedad, la Universidad señala responsabilidades y exige a las autoridades que cumplan con el presupuesto que deben otorgar a la educación; sin embargo, ante la negativa gubernamental, esta institución no ha parado su labor ni se ha detenido a repartir culpas y no va conformarse con el desinterés que manifiestan con el pretexto de que “no hay recursos”.

Por el contrario, conociendo la trascendencia de la educación pública para el desarrollo del país y siendo sensible con la realidad monetaria de las familias, el Consejo Universitario ha decidido no aumentar las cuotas de inscripción para no trasladar el problema financiero de la Universidad a los estudiantes; pues, ya que el actual apoyo gubernamental es insuficiente, el déficit de la UAQ es de alrededor de 300 millones de pesos y para liquidarlo sería necesario encarecer las inscripciones de mil a 10 mil pesos, cantidad que para muchos alumnos sería muy difícil cubrir.

En esa determinación ejerce su Autonomía la Máxima Casa de Estudios de los queretanos y sus integrantes asumimos que a la Universidad la construimos los universitarios. Por ello, se han hecho diversos esfuerzos para generar recursos propios que han llegado a más de 600 millones de pesos al año. Nuestros estudiantes y maestros han demostrado que la inversión en la educación de excelencia no es a fondo perdido. Hoy tenemos una Universidad posicionada entre las 10 mejores del país y con un alto sentido de responsabilidad social, que la ciudadanía ha correspondido firmado la iniciativa “Yo X la UAQ” segura de los beneficios invaluables que aporta esta institución.

La recolección de firmas deja claro que el corazón de los universitarios y de la sociedad se encuentra depositado en la educación y en la esperanza que representa de un mejor porvenir; pero, sin importar cuántos se digan universitarios, si gobernantes y legisladores no son congruentes en la designación presupuestaria, no podrán reivindicar su imagen ni podrán dignificar su desempeño en la encomienda que la ciudadanía les ha confiado porque en cuestiones económicas es evidente que uno pone el dinero donde tiene puesto el corazón.

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