Cada proceso electoral, una serie de teorías conspiratorias inundan las conversaciones cotidianas y las redes sociales. Desde aquella madrugada de 2006 en la que los mexicanos vivimos el trauma de tener como resultado de la elección presidencial una gráfica muda, el escepticismo y la fantasía nos acechan. Existen al menos cuatro falsos supuestos. El primero, es el de los lápices Harry Potter. Se difunde que los lápices utilizados para votar “se borran” y hasta pueden modificar el voto en la boleta. Frente a los medios de comunicación, se ha desmentido con pruebas esta falacia. El segundo, es el algoritmo James Bond. Se sostiene que una especie de programa oculto vendría a modificar los resultados del Programa de Resultados Preliminares (PREP). Curiosa creencia: este programa no hace más que publicar los datos digitalizados de los resultados que están a la vista en las casillas electorales. El tercero es la multiplicación de las boletas. El robo reciente de 11 mil boletas en Tabasco encendió las alertas. Sin embargo, esas boletas ya fueron anuladas y otras nuevas reimpresas. Cada una de ellas cuenta con un folio y un sello que permite identificarlas.

Quizás el mito más descabellado e injusto es el de los ciudadanos peleles. Se afirma que los funcionarios de casilla se venden para hacer cuentas alegres con los votos. A la vista de todos, incluidos observadores electorales y representantes de los distintos partidos políticos que ya están acreditados, los 2.7 millones de ciudadanos sorteados y capacitados, ocultarían, cambiarían y modificarían los resultados. Sin embargo, las casillas ya están prácticamente integradas en su totalidad. La experiencia y los testimonios públicos de quienes han sido funcionarios de casilla dan fe del compromiso y la seriedad con la que se cumplen con esta labor. En contraparte, la complejidad de esta elección, en donde habrá hasta seis boletas en una sola casilla, con coaliciones partidistas que no son uniformes, retrasará la obtención de resultados finales. Seguramente esto dará rienda suelta a los partidos políticos que tratarán de anular el mayor número de votos, a los candidatos que se declararán ganadores antes de tiempo o a los que buscarán ganar en tribunales lo que no ganaron en las urnas. El próximo domingo, salgamos a votar. Démosle crédito a los ciudadanos. Defendamos nuestro derecho a decidir. No ayudemos, difundiendo falsos mitos, a los auténticos enemigos de la democracia.

Coordinadora de la Red por la Rendición de Cuentas. Profesora asociada del CIDE

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