Preocupación. Asesinatos. Discurso y señalamientos equivocados. Falta de responsabilidad y ética… la semana del 7 al 11 de febrero ha dejado molestia e indignación entre el gremio de periodistas. Toca defender la importancia del Periodismo, más allá de políticos o estridentes comunicadores con intereses económicos y patrocinadores detrás.

Heber López, Lourdes Maldonado, José Luis Gamboa, Margarito Martínez, Marco Ernesto Islas y Roberto Toledo, periodistas de a pie asesinados en menos de 44 días en México, no han recibido la atención, el tiempo y las palabras que merecen, de parte del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), como sí lo ha hecho hacia el comunicador Carlos Loret de Mola.

En un contexto de inseguridad, violencia y asesinatos contra periodistas, un régimen democrático identificaría la urgencia de condenar públicamente los hechos, una estrategia y acciones concretas para fortalecer-mejorar las condiciones en que se ejerce la profesión. Sin embargo, la solidaridad hacia periodistas está ausente del discurso público en las conferencias de prensa matutinas en Palacio Nacional y las entidades del país que ha visitado López Obrador, durante los primeros 44 días de 2022.

En su lugar, ha privilegiado la andanada de ataques contra la periodista Carmen Aristegui, el comunicador de “Latinus”, así como a otros medios.

El tono de agresión-amenaza fue subiendo conforme avanzó la semana, hasta que llegaron el exceso y la indignación del viernes 11 de febrero. Simultáneamente, el vocero y el equipo de asesores (as) en comunicación del gobierno equivocaron la respuesta hacia el contenido de un material publicado por MCCI y “Latinus”: el error inicial provocó una cadena de mensajes que agravaron la crisis, además de poner al comunicador Loret y sus patrocinadores en la posición que deseaban: “víctimas” y potenciales “mártires” de la libertad de expresión.

¿Acaso no calibraron, o pensaron, que había otras maneras de responder o desmentir la publicación? ¿No vislumbraron el alcance que tendrían el discurso espontáneo de AMLO y cómo se ha conducido, ya no digamos la falta de empatía con el gremio?

¿No hubo alguien dentro del gobierno federal que alertara que el mensaje del viernes 11, resultado de esta falta de pericia, sería interpretado como una agresión y una intimidación, al mostrar públicamente todo el poder del Estado contra un ciudadano, más allá de que no guste su forma de trabajo, sus antecedentes en montajes y los interese$ que representa?

Ahora veamos el trasfondo: el financiamiento y los intereses económicos que hay detrás de medios de comunicación. ¿Es importante conocerlos? Por supuesto, porque los medios reciben millones de pesos de recursos públicos, dentro de sus consejos de administración y editoriales  hay actores con intereses económicos-políticos en juego, que condicionan, dan las claves para comprender cómo se publica lo que deciden publicar.

Si la intención del gobierno consiste en mostrar qué medios de comunicación recibieron en conjunto más de 34 mil millones de pesos de publicidad oficial el sexenio anterior, solo en cuatro años de acuerdo con “Artículo 19”, para minimizar o callar en sus contenidos los estragos de las llamadas “reformas estructurales”, u otras decisiones, la decisión de cómo aplicar ese propósito fue errónea. El trasfondo, no.

Es momento que los asesores en Comunicación se hagan escuchar por el Presidente. Incluso que titulares de medios públicos, de formación periodística la mayoría, se reúnan con él —urgentemente— y lo convenzan de rectificar ante los excesos.
No es por defender al comunicador, no periodista, insisto, aludido en la “mañanera” del viernes 11 de febrero, sino a la profesión periodística. #NoTodosSomosLoret

Periodista y profesor de la UAQ

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