Cuando coloquialmente hablamos de analizar y ver las cosas tal como son, utilizamos la expresión —verlo en blanco y negro— como asignando a ambos colores características de imparcialidad y objetividad. No es una tarea fácil de realizar cuando la emoción está presente en el pensamiento. Curiosamente, casi siempre preferimos asignarle algún color o colores que nos permitan reconocer en lo que vemos alguna intención o la emisión de un juicio para interpretar las cosas, según nuestras propias circunstancias.

Para los fotógrafos, hablar de blanco y negro nos lleva a un múltiple número de tonalidades que le llegan a dar a una fotografía una interpretación más técnica que emocional, ya que el manejo del negro y blanco es uno de los grandes retos para quienes disfrutamos de atrapar lo que podamos en una imagen.

Sin embargo, esta fotografía de un simpático ejemplar de ave, conocido en el norte del continente americano como Black-capped Chikadee, me hace pensar que la belleza misma puede estar expresada en la combinación de ambos colores y, más aún, cuando en el pico lleva un trozo de valioso material que utilizó seguramente en su nido, representando además de la belleza más simple, la trascendencia del esfuerzo cotidiano.

Me agrada siempre intentar pensar en blanco y negro, pero prefiero encontrar las respuestas con los múltiples colores que la naturaleza nos brinda, allá donde vive este personaje y acá, donde habitamos este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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