Hemos señalado de manera reiterada la urgencia de que sea aprobada la reforma energética, pues es la palanca que tiene nuestro país para recuperar sus niveles de crecimiento y lograr el propósito del gobierno federal para elevar los niveles de bienestar de todos los mexicanos, es también el camino que se tiene para estimular el crecimiento y con ello recuperar los niveles de empleo.

Para la mayoría de los mexicanos es su fuerza de trabajo la única manera que tienen de obtener ingresos, los reciben mediante un empleo, lamentablemente en los últimos años las políticas económicas han ocasionado que 4.2 millones de personas estén subocupadas y 2.7 millones de personas estén desocupadas, de acuerdo con datos del INEGI, que corresponden al tercer trimestre de este año y que retratan la realidad de México.

Estas cifras tocan a Querétaro, en el periodo que cita la dependencia, se reporta que en nuestra entidad hay 717 mil 379 personas mayores de 14 años y de estas hay 36 mil 868 personas, de la Población Económicamente Activa, sin empleo.

El desempleo, y esto no es privativo de México, es mucho más que la falta de ingresos para la familia. Estudios económicos que han analizado el fenómeno lo asocian a problemas y patologías muy variadas como las adicciones; además de que la persona y su familia dejan de pertenecer a un sistema de seguridad social, esto trastoca la confianza y además genera más informalidad.

Este círculo vicioso puede detenerse sólo mediante un cambio sustancial en nuestro país, con proyectos que estén más orientados a reducir la desigualdad y que se apeguen más al deseo de no acabar siendo una sociedad informalizada.

Ya señalábamos que el desempleo y sus consecuencias sociales son un fenómeno mundial, y se presenta aún en los países muy desarrollados, lo valioso es saber cómo hacerle frente. México está teniendo esa oportunidad. La aprobación de la reforma energética será el nuevo motor de la economía.

Este fenómeno, como referíamos más arriba, ha sido analizado por estudiosos de la sociología, no es de ahora, sin embargo, en México es en el último decenio, que han calado más hondo sus consecuencias.

El trabajo integra a una sociedad, el desempleo la segrega. Un empleo formal legitima y da estabilidad, contrariamente el desempleo frena a la persona que ha perdido su trabajo y le hacen perder la confianza, incluso, en sí mismo.

Si bien hemos descrito la condición que vive la persona y su familia ante la pérdida de empleo, el fenómeno multiplica las lacerantes consecuencias cuando este se presenta en forma masiva. México puede evitar estas consecuencias, los legisladores en el Congreso tienen la última palabra.

Ex presidente municipal de Querétaro y ex legislador

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