Andrés Manuel López Obrador le volvió a dar una sacudida a los mercados. Esta vez, el presidente electo se fue contra los principales bancos comerciales del país, cuyas acciones se desplomaron hasta 11% el jueves en la Bolsa Mexicana de Valores, luego del anuncio de una iniciativa que busca cancelar o limitar las comisiones que cobran a sus usuarios.

El zarpazo, que vino de parte del presidente del Senado, Ricardo Monreal, no es más que un nuevo mensaje de AMLO a la élite empresarial para que no se olvide de que las reglas del juego ya cambiaron y que el poder político se impondrá sobre el económico, o al menos que las negociaciones empezarán de cero.

La metáfora del zarpazo viene de aquella frase que esbozó el tabasqueño en marzo pasado al concluir su participación en la Convención Nacional Bancaria, cuando dijo que se podía “soltar al tigre” si los grupos de poder intentaban incidir en la elección presidencial.

La sagacidad de López Obrador le permite planear y calcular el impacto de todas sus decisiones. Así como lo hizo cuando anunció la cancelación del aeropuerto de Texcoco y los mercados financieros se pintaron de rojo, ahora el presidente electo le “pasó lista” a los bancos, cuyos dueños, por cierto, son considerados por el fundador de Morena como parte de “la mafia del poder”.

A pesar de que la iniciativa para regular las comisiones bancarias se leyó como un nuevo madruguete del Congreso controlado por Morena, la realidad es que los bancos no pueden llamarse a sorpresa. AMLO lleva años criticando a la banca y en su proyecto de nación planteó “reforzar a las entidades reguladoras para que eviten los abusos de las instituciones financieras”.

En julio, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef) publicó un estudio en el que expuso el alto cobro de comisiones de los bancos en México comparado con otros países de la región. Sólo de enero a agosto de 2018 los ingresos por comisiones y tarifas cobradas ascendieron a 106 mil 500 millones de pesos, el equivalente a lo que recibieron por comisiones el año pasado.

Cuesta trabajo pensar que el anuncio de Ricardo Monreal, el cual desplomó la BMV a niveles no vistos desde la crisis financiera que se desató en 2008, no fue palomeado por el presidente electo, sobre todo tras la reunión que tuvo el lunes con diputados y senadores.

Incluso, la puesta en escena fue similar a la de la cancelación del proyecto de Texcoco: primero, se hizo pública la noticia, los mercados reaccionaron negativamente y después el equipo económico-financiero del gobierno electo salió a tranquilizar a los inversionistas.

Esta vez, sucedió algo similar. Primero, Monreal soltó la bomba que desencadenó la pérdida de casi 100 mil millones de pesos en el valor de capitalización de los bancos (Banorte -11.9%; Gentera -10.2%; Inbursa -10%; Santander -8.1%); luego, el legislador salió a decir que consultarían a los bancos antes de aprobar la iniciativa y en la noche el equipo de transición envió un comunicado en el que busca tranquilizar a los mercados diciendo que los objetivos legislativos no necesariamente empatan con los del gobierno entrante. Finalmente, AMLO dijo que primero se harían análisis sobre la viabilidad y el impacto macroeconómico que generaría una decisión de este tipo.

Pocas cosas son coincidencia en las decisiones de AMLO. El anuncio que hizo ayer sobre los personajes que encabezarán la banca de desarrollo y los organismos reguladores del sector financiero, como es el caso de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, manda una señal inequívoca de que los bancos van a tener que ceder en asuntos a cambio de mantener algunos de sus privilegios.

AMLO tampoco iba a dejar pasar lo que considera un embate a su gobierno por parte de los bancos, empezando por las críticas como “el error de octubre”, título que le puso CitiBanamex a la cancelación del nuevo aeropuerto; o los cálculos del BBVA Bancomer sobre lo que costará echar abajo la obra (lo doble de lo que estima el equipo del presidente electo). Tampoco todas las encuestas que lo ubicaban como perdedor de la elección del 1 de julio, como una que hizo Santander.

En los consejos de administración de los grandes bancos están los empresarios del selecto grupo del 1% que controla más de la mitad de la riqueza del país. Eso lo sabe AMLO, y por esa razón su mensaje es, de nueva cuenta, que la relación gobierno-iniciativa privada ya cambió.

Posdata 1. En la columna pasada contamos sobre el distanciamiento entre Carlos Slim y Andrés Manuel López Obrador por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, lo cual afecta a varias de sus empresas, una de ellas su banco Inbursa. Con la noticia de ayer, el ingeniero debe estar aún más molesto con el presidente electo, pues le costó 10.2% del valor de mercado de su grupo financiero.

Posdata 2. El otro caso que llama la atención, por la cercanía que ha tenido con el gobierno de transición, es el de Grupo Financiero Banorte, cuyas acciones cayeron ayer más que cualquier otra en la Bolsa. El grupo que preside Carlos Hank González y del cual Olga Sánchez Cordero fue consejera, también está en riesgo por el aeropuerto, pues le prestó más de 6 mil millones de pesos a los contratistas del proyecto.

Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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