Inicia la veda electoral, periodo que debe servir para desintoxicarnos de las promesas, ocurrencias, mentiras, ridículos y escándalos de candidatos y candidatas. Es momento de reflexionar nuestro voto y ejercerlo con conciencia.

La elección es una ocasión ideal para que las mujeres de México honremos la memoria de las sufragistas que lucharon para que pudiéramos ejercer un derecho que por años nos fue negado y que hoy vemos con tanta normalidad, poder votar. Honrar su memoria nos obliga a votar desde la razón y no desde la emoción como proponen las campañas fatalistas que desde la derecha y la izquierda nos vaticinan el fin del mundo.

El voto de las mujeres debe buscar no solo el avance, sino también la protección y consolidación de los derechos que hemos alcanzado y que hoy se ven amenazados.

El voto de las mujeres debe ser en pro de la erradicación de la violencia pero lejos de  propuestas punitivas absurdas como “cortarle los huevos a los feminicidas”, que ponen de manifiesto la falta de conocimientos en materia de derechos humanos de quienes las postulan.

El voto de las mujeres debe ser para quien entiende que la igualdad sustantiva no busca que las mujeres seamos idénticas a los hombres sino equivalentes. Debe ser un voto a favor de la creación de oportunidades reales y lejos de programas asistencialistas que con el pretexto de “ayudar” a las mujeres ofrecen dádivas que solo perpetúan la condición de pobreza y sometimiento de las mujeres más vulneradas.

El voto de las mujeres debe contemplar la visión feminista de un futuro más justo donde los gobiernos y legislaturas cumplan con las exigencias del siglo XXI donde la voz de las mujeres, sobre todo de las más jóvenes, se alza con más fuerza.

El voto de las mujeres debe ser para quien propone la integración paritaria de su  gabinete, para quien busca elevar las instancias de las mujeres a Secretarías de Estado. Para quienes impulsan el involucramiento de los hombres en las labores de crianza, cuidado y trabajo doméstico y que entienden que la educación sexual integral, la cobertura de servicios de salud reproductiva y garantizar la interrupción legal y voluntaria del embarazo son indispensables para la protección de los derechos humanos de las mujeres.

El voto de las mujeres no puede ser para quien desde una visión paternalista busca perpetuar roles de género tradicionales concebidos desde dogmas religiosos que buscan desaparecer a las mujeres de la vida pública.

El voto de las mujeres nunca debe ser para quien explotó la pandemia feminicida, que asesina a once mujeres todos los días, con tal de llevar agua a su molino.

En está vigila electoral nos toca analizar las propuestas, revisar los discursos y cuestionar las trayectorias para hacer de nuestro voto un voto en pro de los derechos humanos, la erradicación de la violencia de género y de una verdadera igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Ese, ese sí es un voto útil.

Maricruz Ocampo

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