Hace tres semanas, llegaron a México las primeras vacunas contra el Covid-19. Eso es una buena noticia, indudablemente, y el gobierno merece aplauso por haber procurado esos medicamentos de manera temprana.

Es mejor noticia que, después de un inicio titubeante, el proceso de vacunación entre el personal de salud se haya acelerado en esta semana. El número de dosis aplicadas pasó de unos cuantos miles a varias decenas de miles por día.

Lo que no es tan buena noticia es que, aún a ese ritmo más vigoroso, el coronavirus va ganando de calle la carrera al Estado mexicano. Permítanme un sencillo ejercicio matemático, de un total lego en la materia, para explicar el punto.

Desde que empezó la campaña de vacunación hace tres semanas, se han añadido a nivel nacional 210 mil casos confirmados de Covid-19. Pero, como revelaron los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Covid-19 (ENSANUT Covid-19), hay aproximadamente 30 contagios por cada caso confirmado. Es decir, es posible que se hayan contagiado unos seis millones de personas desde el 24 de diciembre. En este periodo, el virus entró en veinte veces más organismos que la vacuna.

A este ritmo, no es descabellado suponer que llegaremos a la inmunidad de rebaño por la vía de la infección mucho antes de que haya un despliegue masivo de vacunas. De acuerdo a la ENSANUT Covid-19, 32 millones de personas en México contrajeron el virus entre febrero y noviembre de 2020, la gran mayoría sin presentar síntomas (aquí viene una explicación de la encuesta: http://bit.ly/3bMg6tP).

Desde noviembre, el número de casos confirmados ha crecido casi 60%. Eso significa que, muy probablemente, se han añadido unos 18 millones de personas a la cuenta que hizo la ENSANUT. Es decir, a estas alturas, probablemente 40% de la población mexicana (50 millones de personas) ya ha contraído el virus.

Para llegar a los porcentajes que, según los especialistas, serían necesarios para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño (70-80% de la población), falta que unos 40 a 50 millones de personas en México se contagien. Al ritmo de estas semanas --asumiendo que no hay una aceleración de la transmisión, producto de, por ejemplo, la llegada de las nuevas variantes del virus al país-- llegaríamos a ese total en 20 a 25 semanas. Es decir, es muy posible que el país llegue a ese total para la primera semana de junio.

De aquí a entonces, según el calendario dado a conocer hace algunas semanas y siguiendo los cálculos realizados por el doctor Arturo Erdely, las autoridades esperan vacunar a 34 millones de personas. Eso si todo sale bien, las vacunas llegan a tiempo y no hay rezagos mayores en el proceso de distribución.

Ahora, varios dirán que la cosa no es tan sencilla, que no se deben hacer proyecciones lineales, que el curso de pandemia es difícil de anticipar y que otros países están pasando por problemas similares. Le doy la razón de antemano a esos críticos

Pero eso no obsta para afirmar lo obvio: el virus le está ganando la batalla al Estado. Esto es lo más cercano a una guerra que hemos vivido en un siglo y no ha habido una movilización nacional a la medida de la emergencia. Se han acumulado centenares de miles de muertos en estos meses y, casi inevitablemente, se va a acumular otro tanto en el próximo semestre. Eso no ha sido suficiente para sacarnos del pasmo.

Sí, es bueno que haya vacunas. Es malo que no se apliquen a la velocidad necesaria. Es pésimo que no se estén tomando las medidas para frenar el ritmo de contagios y permitir que la vacunación alcance al virus.

Esto es una derrota y no solo para el gobierno. Aquí perdimos todos.

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