Nos encontramos a unos días de concluir julio, un mes en el que tradicionalmente nos ocupamos de disfrutar el periodo vacacional con la familia. Un mes de calor, lluvia, arena y sol —para los que tradicionalmente visitan el mar—, un mes en el que se planea el cierre del año y que, por lo regular, nos permite visualizar como arrancaremos el siguiente.

Sin embargo este verano no ha sido como los últimos, no hemos podido visitar a nuestros seres queridos de manera presencial —aunque hay otros que sí les han dado sus vueltas, con todo y pachanga—; hemos reinventado la manera de “distraernos” y convivir con los nuestros, hemos ampliado nuestra manera de trabajar y combinar tareas domésticas, relaciones personales y de esparcimiento; hemos atendido o desatendido nuestra salud y forma física desde casa y hemos, ante todo, hecho el esfuerzo de mantener la calma haciendo gala de paciencia y tolerancia como si vivir en pandemia fuera lo nuestro, desde hace años. No ha sido fácil.

Los diversos sectores industriales y comerciales se aferran desesperadamente a su actividad, literalmente sobreviviendo a las condiciones que la falta de clientes, la reducción de pedidos y programas o las cuentas por pagar les imponen. Los grandes consorcios y grupos industriales, se ufanan por implementar estrategias de recuperación y enlace empresarial para reorientarse, para diversificar sus productos, servicios y mercados. Los usuarios o clientes vemos con temor la dificultad para mantener contratos y continuar la operación. Todos buscamos adaptarnos, pero dicha adaptación se vive de muy diversas formas e intensidades, para unos es rápida y sutil, para otros es lenta y dolorosa.

Las instituciones educativas, de cualquier nivel y tipo, nos hemos esforzado por mantener interesados a los chicos y chicas que conforman nuestras comunidades estudiantiles; la diversidad de estrategias y la disciplina en el seguimiento académico, han sido la clave, muy a pesar de la distancia y las complicaciones técnicas; la falta de actividad presencial, imprescindible para aquellas organizaciones educativas cuya dependencia de las prácticas es vital, representa el mayor de los retos. Todos luchamos, no solo por mantener enfocados a los chicos, docentes y administrativos, sino por que este temporada de “condiciones diferentes” tengo un impacto controlable, al cabo del cual, regresemos fortalecidos.

Para los gobiernos, la tarea no ha sido fácil, la contingencia sanitaria que busca contenerse a toda costa, ha dejado grandes huellas, cientos de caídos y grandes lecciones financieras, de comunicación, logística y concientización ciudadana; esta última, con grandes logros, pero también con serios retos. Las autoridades, arriesgando su integridad personal y política, se pronuncian de muy diversas maneras llamando a la población a ocuparse de la protección de su salud en las mejores condiciones posibles, buscando evitar una crisis sanitaria, que pudiera poner en riesgo las condiciones de gobernabilidad y atención a la población en lo general.

Para nadie ha sido fácil, estos meses han estado llenos de retos, pérdidas y mucho aprendizaje; estoy seguro que muy pocos imaginaron un verano como el que estamos pasando, nuestras familias, nuestras instituciones y, con toda certeza, nuestras autoridades, hubiéramos preferido haber vivido estos meses, con retos, con mucho trabajo, incluso sin vacaciones, pero como un verano cualquiera.

Rector de la UNAQ / @Jorge_GVR

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