Existe solo una verdad, el problema aquí es identificar quién la tiene o incluso dónde está. No es filosófico el asunto con el que abro la décima entrega de esta tira de reflexiones que me han permitido compartir #DesdeCabina, a lo largo de diez semanas dentro del espacio de distanciamiento social al que hemos estado sometidos los últimos meses.

Esta verdad, de la que hablo busca responder a la incógnita del cuándo volver, cuál será el mejor momento para reincorporarnos a nuestras actividades, a la normalidad -que sabemos de entrada, no será tal-, cuándo iniciar “libremente” los traslados en transporte público o privado, cuando reunirnos y todas aquellas actividades que normalmente hacíamos previo a la última gran pandemia de la humanidad, esta que estamos viviendo.

Aunque la ciencia seguro tiene respuestas, la realidad del día a a día demanda más que nada información concreta, decisiones y anuncios por partes de las autoridades, que permitan retomar el camino de esa “normalidad” que tanto añoramos. Sin embargo la certeza de tales indicaciones solamente esta enfocada en aquello en lo que sí podemos intervenir y que se encuentra al alcance de todos, el cambio de hábitos.

En este último sentido, creo yo se encuentra parte de esa verdad, ya que por más que deseemos fervientemente el pronto retorno, las cosas no sucederán porque sí. Como muchos cambios que ha vivido la humanidad, las transiciones son verdaderamente la parte difícil, la resistencia al cambio, el apego a las viejas costumbres buenas o malas, sin duda que son los principales obstáculos para implementar nuevos hábitos. Es en esta sencilla palabra, hábitos -perdón por insistir-, donde se encuentra mucho de esa verdad y respuesta buscadas.

Hoy, las autoridades gubernamentales se afanan en establecer programas de comunicación, de orientación e incluso acompañamiento para que la ciudadanía se apropie de esta realidad a la que volveremos, para que identifique todos los riesgos en que se incurrirán producto de la convivencia con el virus en la cotidianidad de cada día; para que establezca estrategias que significan cambio de hábitos en donde dicha convivencia sea no solo llevadera, sino sobre todo, segura; y para que los nuevos hábitos permitan finalmente mitigar la cantidad de contagios, el sostenimiento holgado del sistema de salud y por tanto el retorno paulatino y seguro, a esa normalidad que tanto se extraña. Esta realidad, la del cambio de hábitos, es la verdad más cercana a la que podemos tener acceso.

Nunca a lo largo de esta serie he buscado hacer más conciencia, como en esta colaboración, la cual llega justamente al inicio del segundo semestre de este año, periodo en el que todos con seguridad esperamos volver a nuestras actividades, época del año en que buscamos cerrar nuestras actividades a tambor batiente, o reabrirlas esperanzados en que aún sobreviva aquello que dejamos cuando cerramos la casa, cuando establecimos esta pausa forzada. Hoy la única verdad es que volveremos cuando estemos listos, cuando todos en conjunto hayamos aprendido y asimilado, cuando hayamos modificado los hábitos para convivir con el virus, provocando con esto, que volver sea seguro.

Rector de la UNAQ
@Jorge_GVR

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