Durante los tsunamis, la prioridad es guarecerse, es sobrevivir. Las preocupaciones sobre lo que pueda venir después serán cosa secundaria, ahora, lo importante, es resguardarse; tan pronto pase la gran ola y las aguas recobren la calma se analizará dónde ha quedado la casa, el auto, qué tanto se ha llevado la gran ola, de qué tamaño es el daño. Esta y conversaciones similares se leen o escuchan en reuniones, en videoconferencias, y se enlistan brevemente, sin ánimo de dramatizar o provocar más nerviosismo, aquellos impactos visibles y las probables consecuencias se suman a los silencios de azoramiento y a veces desesperanza; se comentan aquellas condiciones que diversos sectores estratégicos avizoran al término de esta crisis sanitaria, surgen nombres de grandes grupos líderes en su sector y se vuelven a escuchar silencios, todos estamos en la misma cadena y sin duda nos afectará tarde que temprano.

Adicionalmente, el conocimiento sobre el comportamiento que esta siguiendo la curva de contagios de la enfermedad respiratoria causada por el virus SARS-CoV-2 en nuestro país, debido principalmente a la falta de información consistente que permita alimentar al modelo matemático, es aún pobre y se vuelve complicado y hasta irresponsable aventurarse y anticipar la longitud y magnitud del impacto que la suspensión o disminución de la actividad económica empieza a dejar en nuestro país. No contar con datos fidedignos (sin hablar de la aplicación o no de pruebas para cuantificar con más certeza la cantidad de contagios) es literalmente volar sin instrumentos en medio de la tormenta y con poco combustible.

En otros círculos, entre los ciudadanos con quienes convivimos usualmente en condiciones normales, se comenta que el negocio flaquea, que las ventas están bajando, que los clientes escasean cada día más; “no sabemos cuanto va a durar esto y tampoco si podremos resistirlo…”, es una frase que cala y que deja a todos en silencio. Nos queda ayudar, algunos replican, comprando y pidiendo por internet, consumiendo en la tienda de la esquina y apoyando a los que conocemos cuando vendan algo. Esta es la otra realidad, una que no entiende de reportes de las calificadoras, que no le impacta necesariamente que el tipo de cambio del dólar estadounidense se dispare. Todos tarde que temprano vamos a vivir el impacto, y cual marea de tsunami, cuando baje, habremos de caminar por el páramo que aún desolado, será nuestro y que necesitará mucho trabajo para reconstruir y regresar al estado actual, que, dicho sea de paso, no será el mismo.

Según la valoración económica provisional Coronavirus: The World Economy at Risk desarrollada por la OCDE apenas a principios del mes de marzo, la disrupción económica que se provocará es de dimensiones mayúsculas, la contracción del mercado chino se ha empezado a sentir en aquellos países con intercambio comercial importante con el tigre asiático y cuando la pandemia alcance el pico en el resto de los países, el impacto va a ser mutuo y hacia otras latitudes. Otros especialistas vaticinan una recuperación que puede permitir llegar al cierre del año en franca curva de recuperación, sin embargo, las condiciones hoy siguen sin ser propicias para estimar el daño. Hoy la batalla que se libra es para sobrevivir y no contagiarse —no ahogarnos con la llegada de la ola gigantesca—, lo demás se verá posteriormente.

Continuará…

@Jorge_GVR

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