En esta semana se concretó el compromiso realizado siete meses atrás por el canciller de México, José Antonio Meade Kuribeña, con el secretario del Estado Vaticano, cardenal Pietro Parolin, de celebrar en la ciudad de Mexico el “Coloquio México-Santa Sede sobre Migración Internacional y Desarrollo”, al cual tuve oportunidad de acudir en mi calidad de legislador.

El foro, a diferencia de lo que se ha informado, no fue motivado por la exposición mediática que en días recientes ha tenido la migración de niños a Estados Unidos, provenientes de los países de Centroamérica, incluyendo el nuestro, sino por la preocupación constante que ambos Estados tienen y la segura visita que el año próximo realizará el papa Francisco a tierras aztecas y cuyo tema central será precisamente el de la migración.

El foro convocó la presencia de los cancilleres de El Salvador, Guatemala y Honduras, además de la subsecretaria de Población y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, el embajador ante la Santa Sede, Mariano Palacios Alcocer, funcionarios y legisladores, obispos y otros representantes de la Iglesia católica, académicos, miembros del cuerpo diplomático y consular así como personas interesadas en este desafío regional y que a nivel mundial se tiene estimado que lo sufren poco más de 300 millones de personas.

Después de escuchar el mensaje del papa Francisco, así como la voz en cuatro distintos paneles, tanto de la propia Iglesia católica, como los gobiernos cuyos cancilleres estaban representados e institutos y estudios sobre el tema se bordaron conclusiones que resumen lo expresado en el mismo.

Se comenzó con un reconocimiento pleno a la dimensión humana que debe generar el tema migratorio para el encuentro de mejores oportunidades, así como el gran aporte que los migrantes han tenido en la historia de los pueblos tanto en lo económico como en lo social, y de allí la corresponsabilidad que se debe tener para establecer políticas públicas de inclusión para el logro de la paz y el desarrollo.

Los migrantes, como personas que son, se les reconoció en este foro con igual dignidad independientemente de su nacionalidad, situación económica, filiación política, nivel educativo, pertenencia étnica, convicción religiosa o estatus migratorio, además los participantes coincidieron también en la urgencia y pertinencia de atender de manera integral la problemática tanto en los países que son expulsores, como los que son receptores.

Además de poner como centro de atención ante este problema la dignidad de la persona humana, se considera que también los esfuerzos deben centrarse en la familia tendiente a su unidad y pleno desarrollo, siendo deseable la migración legal y ordenada como en algún tiempo se ha realizado, con el debido respeto a los derechos humanos y el de los pueblos.

Hubo también el compromiso de velar por el interés de los niños y niñas migrantes, así como realizar acciones tendientes a prevenir y combatir la trata de personas, el tráfico de personas que en muchas ocasiones son por desgracia objeto de prostitución e incluso, lamentablemente, de tráfico de órganos.

En tan importante foro se hizo el reconocimiento pleno de las acciones que la Iglesia católica ha tenido para atender esta problemática en los distintos países, así como de otras instituciones religiosas y organizaciones de la sociedad civil, así como votos para que en todos los países se disminuyan y de ser posible se eliminen la xenofobia, el racismo, la discriminación y cualquier forma de intolerancia.

El foro fue un espacio de diálogo y reflexión sobre tan importante tema, por lo que respecta a nuestro estado caigo en cuenta que hay mucho, muchísimo por hacer para atender tan importante fenómeno. Lo que sí es cierto es que la mano de la Iglesia está tendida y en espera de acciones por parte de la autoridad y la sociedad para hacer realidad la casa del migrante que, tengo entendido, con éxito ha funcionado en por lo menos 52 comunidades del país.

Diputado federal y consejero nacional del PAN

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