Son los tiempos en que todos reclamamos mucho, aunque todo nos importe poco. Son los tiempos en que la información nos llega tan pronto y tan vasta, que nos enteramos de casi todo lo que queremos saber -y de lo que no- en muy poco tiempo. Así de rápido como nos llega un asunto al móvil, al correo o la conversación, así también de rápido lo desechamos para tomar otro y luego otro más. Somos una sociedad consumista y devoradora de información, que así como la masticamos la escupimos.

Pero también son los tiempos en que Querétaro está parado nuevamente frente al umbral de su destino con su gente excitada, entusiasmada  o incluso asustada por la idea de conectar la capital de la República con nuestro estado; una ciudad considerada por la ONU como la cuarta más poblada del mundo se acerca a otra que tiene poco menos de 2 millones de habitantes. Ya hemos vivido experiencias similares a lo largo de nuestra historia pues en algún momento se decidió que seríamos parte de la ruta de la plata en la colonia, que la carretera del libre comercio atravesaría nuestro territorio y que tendríamos un aeropuerto internacional. Todas estas decisiones afectaron el rumbo, la movilidad, la sustentabilidad y la calidad de vida de los queretanos; todas estas decisiones movieron el tapete y al mismo tiempo generaron empresas y oportunidades para el que supo aprovecharlas. Los impactos no necesariamente tienen que ser negativos.

Pero esta vez estamos hablando de facilitar la conexión con la ciudad más grande de América que aglutina a más de 20 millones de habitantes, por lo que esta vez no podemos darnos el lujo de “olvidar” el tema del tren rápido ni de darle la vuelta a la página sin antes entenderla perfectamente con todas sus aristas y todas su profundidad.

Hoy las opiniones están divididas y en gran medida porque el asunto del tren no se ha librado del fenómeno de la desinformación que padece nuestra era. Así como hay los optimistas que, literalmente, se suben al tren, hay quienes se mantienen escépticos y aseguran que el proyecto no va a prosperar porque ni siquiera hemos terminado de resolver el tema de la movilidad interna de la ciudad.

Lo que resulta fundamental es que nos enteremos lo más posible del tema y lo socialicemos, es decir que lo hagamos parte de nuestra conversación casual, formal y ocasional para que convierta en parte de la agenda pública que como sociedad tenemos que abordar. Y al discutirlo, revisemos el enfoque de sustentabilidad que siempre estamos tratando de aplicar en este espacio al cuestionarnos si este tren está promoviendo o lastrando las posibilidades de las generaciones futuras de cumplir los requerimientos que tendrán.

Seguramente la economía, la sociedad y el medio ambiente queretanos como los conocemos se verán modificados. Pero el meollo del asunto está en meterse a la conversación para identificar oportunidades de emprendimiento y/o de crecimiento, así como para apuntar áreas de oportunidad a los 3 órdenes de gobierno que estarán participando.

Enorme reto el que se tiene por delante… encarar con sabiduría las grandes oportunidades de desarrollo sin olvidar las bases de sustentabilidad en el camino.

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