No es común platicar con un atleta que tiene ocho oros olímpicos, once en Campeonatos Mundiales y que seis veces fue reconocido como el atleta del año por la Federación Internacional de Atletismo. Tampoco es común para quienes tuvieron que cuidar su llegada, estancia y salida en el elegante Hotel St. Regis de la Ciudad de México, en el marco del Salon Internacional de Alta Relojería. Usain Bolt repartió su sonrisa, temperamento, pero sobre todo su historia. Solamente tres medios lo entrevistaron, uno de ellos EL UNIVERSAL DEPORTES.

De conceptos claros, es una de las máximas figuras de la historia del deporte y si no fuera por la cantidad de guardianes, sería aún más notoria la simpatía del hombre que paralizó al mundo en Beijing 2008, Londres 2012 y Río 2016, pero que también entristeció a los fanáticos hace unos meses al verlo caer en su última carrera. Ese triste turno para Bolt, en el relevo 4x100 de Jamaica, no le interesa recordarlo y hace bien en tirarlo a la basura.

Bolt estuvo en México de pisa y corre, así es la vida de las celebridades deportivas que cobran por presentarse con sus marcas. Bolt, Phelps, Jordan tienen una agenda de presentaciones en las que se les puede aprender mucho más, simplemente porque son como todos los demás, eso sí, con mucho dinero en sus cuentas, pero fuera de las pistas, albercas o canchas, son personas comunes y corrientes, que añoran la gloria,  pero que asumen como su realidad.

En pruebas de velocidad, que se han manchado por el dopaje, Bolt siempre estuvo limpio. Espigado, todavía con un cuerpo atlético fibroso, sería capaz de jugar al futbol profesional a los 31 años si es que algún equipo lo contratara. Porque Usain parece tener más pasión por el futbol, cada vez que se menciona pelota, estadio o este deporte, se le iluminan los ojos.

Lo que movió ayer Bolt en Paseo de la Reforma pocos lo pueden hacer. Filas de personas esperaban entrar a verlo al funcional stand de Hublot, cámaras de televisión, estaciones de radio, revistas, empresarios, curiosos, policías, fanáticos, en fin, todos querían tocar al hombre que cambió el atletismo.

Figuras de esta categoría cobran alrededor de los 100 mil dólares por presentación, viven de su imagen y aprovechan cada minuto. Viajan en aviones privados, se hospedan en suites que al verlas parece que no tienen final. A Bolt, la historia le tiene reservado un lugar de honor. Una lista donde aparecen Michael Phelps, Nadia Comaneci, Muhammad Ali, Michael Jordan, Michael Schumacher, Babe Ruth, Florence Griffith Joyner, Roger Federer, Pelé, Messi, Maradona... en el lugar que usted quiera, pero ahí dentro.

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