Llegó la fecha para el tercer debate, a los cuales se apostó tanto para que los electores pudieran diferenciar entre perfiles y propuestas; sin embargo, de acuerdo con las encuestas, las tendencias no han cambiado significativamente como consecuencia de los dos anteriores ejercicios. A pesar de esto aún hay quienes le apostarán todo al tercer encuentro entre candidatos, ya sea para consolidarse como primer lugar o como segundo. Dos aún candidatos confían en que esta posición es tan valiosa como el primer lugar entre más se acerque el 1 de julio.
El primer debate fue el que más expectativa generó, ya que había una fuerte dosis de especulación sobre el actuar de los candidatos. ¿Sería López Obrador un candidato preparado que presentara propuestas más concretas o estaría capoteando los ataques de sus rivales para mantener su posición de puntero? En el caso de Anaya era una oportunidad para consolidarse como el mejor polemista de los cinco, lo que confirmó ganando el debate. Por lo que tocó a José Antonio Meade se le vio corto y muy técnico. El Bronco fue un chiste y dejó como una de las grandes dudas de los televidentes qué hacía ahí. En el caso de Margarita Zavala fue una noche catastrófica, sin duda la perdedora, y más aún para quienes todavía valoraban apoyarla: quedaron convencidos, pero de no votar por ella.
El segundo debate partía de otra realidad. Margarita se había retirado de la contienda unos días previos al encuentro del 20 de mayo en Tijuana; El Bronco seguía enterrado en el último lugar, representando a los independientes; AMLO estaba firme en el primer lugar, a la vez que Anaya estaba ya en la posición por la que tanto luchó, la de segundo lugar. Para Meade era todo o nada: su estrategia debía ser otra y de alguna manera logró avances y verse mucho mejor en el debate.
No fue la mejor noche en la exitosa carrera de Anaya como debatiente. Andrés Manuel logró lo que se proponía, salir bien del debate, incluso con un par de movidas, como la de esconderse la cartera, que logró desequilibrar a su principal oponente. Después del segundo debate vendría un repunte del candidato de Morena en las encuestas, aunque para el candidato del PRI su buen desempeño no se reflejó en un crecimiento en la intención de voto.
El día de mañana, en Mérida, estarán viéndose por última vez las caras, frente a frente, los cuatro candidatos. Para López Obrador pareciera que la tarea es la misma: salir con raspones menores, sin sobresaltarse. Para Meade y Anaya es una de las últimas oportunidades para dar un golpe que ponga al uno o al otro en la lona del tercer lugar e ir tras AMLO en los últimos 15 días de campaña.
Sin duda el reciente video donde se involucra de nuevo a Ricardo Anaya en supuestas operaciones de lavado de dinero será tema en el debate, tanto para ser atacado como para el panista, que se defenderá atacando y jugando su carta más radical, aquella que tan buenos dividendos tuvo para políticos como el mismo Bronco y Miguel Ángel Yunes, que fue la promesa electoral de meter a la cárcel a su antecesor en caso de ganar la elección, convirtiéndola en una especie de plebiscito electoral para el 1 de julio.
El tercer debate tendrá un factor adicional que no será político sino deportivo: el mundial de futbol empieza 36 horas después de que termine la transmisión del debate. Sea cual sea el resultado, las propuestas y las amenazas, muchas se verán diluidas por la difícil competencia que representa para los candidatos tener a una gran parte de la población esperando el desempeño de la selección mexicana en principio, y, en general, el desarrollo de la justa deportiva que más atrae a los mexicanos. El debate y sus postdebates estarán a merced del futbol; digamos que las elecciones podría caer en un verdadero “fuera de lugar”.