El martes se firmó en Palacio Nacional el protocolo modificatorio del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Con ello, se dan por concluidas las mesas de negociación entre los tres países, dejando todo listo para su celebración por parte de los jefes de Estado y su posterior ratificación ante los congresos nacionales.

Sin duda, ello representa un avance importante en la relación trilateral y da certeza a un sistema económico que está pasando por una de sus etapas más complicadas en los últimos años. La desaceleración económica y una eventual recesión en la región son focos rojos que deben ser atendidos con prontitud y profesionalismo.

Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, se inició un proceso largo y complejo de reuniones y negociaciones, donde los factores macroeconómicos se vieron trastocados por las eventualidades y ocurrencias de ese personaje. Ahora, el fin de las negociaciones viene a crear un ambiente más estable y seguro para los inversionistas y el entorno económico en la región.

La historia de los tres países entorno al libre mercado ha rendido importantes frutos a lo largo de las últimas décadas, permitiendo un mayor intercambio de mercancías y aumentando los índices de producción de los tres países; sin embargo, no debemos soslayar que tal apertura ha sido un reto para México ante la brecha de desigualdad y pobreza.

Por ello, entre las modificaciones propuestas, son destacables los cambios en el sector laboral, partiendo principalmente del aumento al salario mínimo como medida para equilibrar los factores de producción; demanda que por cierto fue puesta sobre la mesa a petición de los negociadores norteamericanos, no con el objetivo de beneficiar a los trabajadores mexicanos, sino más bien para disminuir el flujo migratorio y la salida de capitales hacía países latinoamericanos.

Asimismo, los expertos vaticinan que los beneficios del T-MEC serán más amplios, en comparación con su antecesor TLCAN, también conocido como NAFTA. Por ejemplo, la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos mencionó que el T-MEC crearía, con las primeras inversiones, 176 mil empleos después de seis años y aumentaría el PIB en un 35%.

Aunado a ello, en el sector automotriz, las modificaciones añadirían 28,000 empleos a la industria durante seis años, además de nuevos beneficios para el sector tecnológico, en un capítulo sobre comercio digital que no era parte del TLCAN original.

De esta manera, la conclusión de las negociaciones sobre tan importante tratado, crea un entorno favorable para el año que se avecina, sobre todo con las posturas “radicales” de los presidentes de nuestro país y del vecino del norte, que en ocasiones se tornan impredecibles.

Ahora, corresponde al Senado de la República, a la Cancillería mexicana y demás especialistas en los temas, revisar sus cláusulas y en su caso avalar su contenido, proceso al cual estaremos pendientes y atentos.

Diputada local del PRI @AbigailArredondoRamos @AbiArredondo

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