Más que la verdad, el demagogo dice lo que el público quiere oír”

 José Ramón Ayllón.

Existe un ímpetu bárbaro por destruirlo todo. La visión del presidente no es de una transformación y ya. Creo que nos equivocamos quienes advertimos por un cambio de régimen, francamente, nos quedamos cortos.

Lo que pretende la Cuarta, más bien, es un cambio de absolutamente todo, desde el nombre de las instituciones hasta la concepción social de la riqueza y la pobreza, desde la función del Ejército hasta la manera como se entiende el derecho, desde la forma cómo debe escribirse un artículo de opinión hasta la moral homogénea que deberá reinar en el país.

Difícilmente, esos experimentos llegan a salir bien, cuando la ideología es impuesta sobre la realidad todo termina costando violencia, vidas y muchísimo sufrimiento que, para colmo, se cobra a las generaciones futuras de los “revolucionarios”, de los “soñadores”.

Los políticos, abusando de la cursilería arrebujada por mentiras, usan el argumento de los sacrificios para los hijos, nos venden una utopía que casi siempre, dicen, disfrutarán los que vienen detrás aunque, paradójicamente, los “que vienen detrás” serán los que más sufran de las ocurrencias y les tocará intentar reparar el desastre.

La Cuarta, para “cambiarlo todo” debe primero “destruirlo todo” y hacia allá corremos como el rayo, un tráfago imparable que va imponiendo la visión del mendicante como política de estado: joder al vecino para que sienta lo jodido de mi propia existencia, todos pobres y dignamente miserables.

El resultado será algo así como la Venezuela del Norte, un sistema sin cabeza ni patas del que ya no se fía nadie con dos dedos de frente.

Procrastinar es un deporte nacional, hacernos pendejos nos sale muy bien y esta época pinta maravillosamente para escribir la página de la historia donde la sociedad entera fue testigo del desmoronamiento nacional sin decir mucho. Los años de los gritos sordos. Los días de la erosión del sentido común.

Vienen momentos muy duros, en el corto plazo unas 10 millones de personas, al menos, engrosarán al ejército de pobres o de pobres en condiciones extremas durante los próximos meses, se convertirán en los nuevos pordioseros de la Cuarta, en sus nuevos hijos, totalmente dependientes, en más de sus futuros votos.

Hacer más pobres es relativamente fácil, devastar es sencillo, máxime cuando uno es el hombre más poderoso de México, para extinguir algo bastan un par de frasecillas en una mañanera.

Construir es muy difícil y eso sí que le tocará a las siguientes generaciones.

De Colofón

Solo lograron colocar 19.1% de los créditos a microempresas, para pocos fue atractivo enrolarse y pagar, con interés, 25 mil pesos que, en la mayoría de los casos, no sirven para casi nada.

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