Antes, durante y después de las exitosas marchas ciudadanas en defensa del Instituto Nacional Electoral y la democracia en México, varias figuras del morenismo exhibieron el carácter autoritario y antidemocrático de este movimiento.

El titular del Ejecutivo, actuando como presidente de Morena -no de todos los mexicanos-, se dedicó a multiplicar sus agresiones verbales en contra de quienes asistirían a dichos eventos. Su intención fue clara: inhibir a potenciales participantes, a través de adjetivos y descalificaciones. Iracundo, calificó a gobernados de rateros, corruptazos, lambiscones, racistas, clasistas, cretinos, deshonestos y demás sandeces y mentiras.

Era evidente su preocupación e incomodidad, al punto de recomendar que fueran al Zócalo con la intención de comparar, posteriormente, el número de asistentes. Sin embargo, nadie le hizo caso.

También hubo extraviadas, como la de la diputada Olga Leticia Chávez Rojas quien además de exclamar “Happy birthday señor presidente”, agregó: “nuestros compañeros le van a dar un regalito este domingo, van a ir al Zócalo y nos vamos a reír porque solo van a llegar cuatro pelones” (sic). ¡Vaya regalo!

Miles y miles de ciudadanos, algunos con sus familias, se dieron cita en el interior de la república y a través de la Avenida Reforma de la Ciudad de México con la intención de mostrar, también, su rechazo al intento antidemocrático de López Obrador por controlar las elecciones en favor de su partido.

Pero también se registró una provocación en la capital. Una persona que dice ser la diputada trans de Morena, María Clemente García, se dedicó a insultar a manifestantes quienes optaron por ignorarla.

Después vino el intento de manipular las cifras.

El que se llevó las palmas fue el morenista Martí Batres, actual secretario de gobierno de CDMX, quien sin pudor alguno sostuvo que se trataba de entre 10 y 12 mil asistentes. Bueno, hasta el Presidente pretendió hacerla chiquita diciendo que había habido entre 50 y 60 mil.

En tanto, Santiago Creel hablaba de 200 mil, la senadora Kenia López contó 700 mil, y el ex director del CISEN, Guillermo Valdés mencionaba 640 mil, aunque algunos otros puntualizaron que habrían participado alrededor de 850 mil ciudadanos.

Por eso se repitió que si los morenistas así cuentan a los manifestantes, cómo contarían los votos.

Quien también merece una mención es Mario Delgado, que aparece como dirigente nacional de Morena, aunque en realidad no lo sea. Aquí su chistorete: los manifestantes “quieren mantener vigentes las prácticas del antiguo régimen”. ¿Bartlett?

Lo cierto es que ante la multitudinaria marcha, al Presidente no le quedó otra que minimizarla y calificarla como “striptease político” de sus opositores, sin considerar el suyo y el de sus seguidores. Y, jocoso, afirmó: “no participó mucha gente”.

La monumental concentración que el morenismo nunca esperó, fue auténtica y significó un duro golpe a los afanes antidemocráticos de López Obrador, pero el presidente seguirá haciendo lo que pueda por lograr sus nefastos propósitos. De hecho ya anunció un Plan B si el Congreso no aprueba su trampa electoral.

Y como maniobra de revancha propagandística, propia del populismo, el Presidente anunció que este 27 de noviembre organizará su propia marcha: de AMLO para AMLO, pretextando el 4º aniversario de su gobierno morenista.

Tuvimos una exitosa manifestación de la ciudadanía, habrá que ver la del oficialismo.

La función continúa, el streptease también.

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