Abuelito, ora sí explícame ¿qué es el Spirit Day?

—Para que entiendas la profundidad de esa celebración, antes tengo que contextualizarte. ¡Y me vas a responder todo lo que te voy a preguntar!

—Creo que ya no quiero saber…

—Es importante que tú y todos los jóvenes y los adultos sepan de qué se trata. ¿Alguna vez has pensado en compartir con tu mamá que eres gay?

—¡Abuelito! ¡Ya vas a empezar!

—Te advertí que me ibas a responder todo lo que te preguntara. Así que, responde, y además me das los motivos, para que te pueda entender.

—No. No lo he pensado. Bueno, no es que no lo haya pensado, es que no sé para qué se lo tengo que decir. Es algo, que… Sólo tú y yo sabemos.

—¿Alguna vez te ha causado conflicto no decírselo a tu mamá o a alguien más?

—No. Tú ya lo sabes, y ¡no porque yo te lo dijera! Sino porque lo descubriste. Es algo que siento que es muy personal y que no tendría por qué andarlo contando por todos lados y a todo el mundo.

—¿Crees que solamente los heterosexuales tienen derecho de demostrarle su amor a sus parejas en la calle o en cualquier lugar?

—Pues no. Nosotros también tenemos ese Derecho. Pero, aunque piense eso, prefiero mantenerlo en secreto. Así nadie se burla de mí, ni me agrede. No quiero que me pase lo que le ha sucedido a otros chavos…

—¡Justo es por eso que existe el Spirit Day! Había una chavita que tenía un mejor amigo. Se llevaban súper bien y se querían mucho. Y un día, el niño se suicidó. Su amiga, al investigar el motivo, se enteró que le hacían mucho bullying en la escuela por ser gay y no aguantó la presión.  ¿Entiendes que eso no debió de haber sucedido?

—Yo nunca me hubiera suicidado. Me aguanto y ya y ya. ¡O de plano les rompo la cara! ¡Además, este año fui a la Marcha Gay contigo!

—¡La Marcha es sólo parte de todo lo que hay que hacer! La violencia sólo genera más violencia.

—¿Entonces? ¿Me aguanto y ya?

—Nadie tiene que acumular tanta tristeza como para quitarse la vida. Es por eso que cada 19 de octubre, se toma el color morado de la bandera arcoíris y se pone en la ropa, en las ventanas, en los cuadernos, en las caras, ¡en donde sea! ¡El mundo tiene que aprender a respetar nuestra orientación sexual! O, ¿te gustaría que cuando tengas novio, se burlen de ustedes, los golpeen, y los insulten porque andan de la mano en la calle?

—No… No me gustaría. Pero, si le cuento a mi mamá que no soy lo que ella cree, ¿me aseguras que nada de eso me va a pasar?

—Nadie nos lo puede asegurar. Es una lucha larga y difícil como la lucha de las mujeres, como la lucha de los afroamericanos. Sin embargo, el tener el apoyo de tu mamá, el amor de tu familia, le va a dar fuerza a tu espíritu para enfrentar a quién sea y lo que sea, pero no desde la violencia, si desde el amor. El amor lo puede todo.

—¿Tú se lo contaste a mi abuelita? ¿Se lo contaste a la familia?

—No. Eran otros tiempos. Lo que yo hice fue simple y sencillamente alejarme de todos y de todo, y refugiarme en mis dos parejas y en el Teatro. Yo sí me escondí. Temía que mi familia, a la que amaba, me rechazara.

—¿Por eso te fuiste a Estados Unidos cuando yo era chico?

—No. Fueron otros los motivos, que después te comentaré. Por ahora, tenemos que aseguraremos de que cada vez ocurran menos agresiones a niños y niñas, adolescentes y jóvenes por su orientación sexual.

—¿Qué te parece si planeamos acciones positivas para informar a la sociedad, que lo único que nos diferencia a unos de los otros, es que a la hora de amar a alguien, elegimos a una persona de nuestro mismo sexo?

—¡Me parece genial!

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