Es un hecho irrefutable que la aprobación del Presidente López Obrador se ha venido incrementando desde el 1 de diciembre. Las cifras cambian según la casa encuestadora, Gabinete de Comunicación Estratégica la ubica en el 88.7%, Consulta Mitofsky la señala en un 67.1% (esta misma encuestadora señaló en el año 2001 una aprobación del 70% para el entonces Presidente Vicente Fox). La cifra es lo de menos, el hecho es que el Presidente ha tomado una serie de decisiones sustentadas, desde su perspectiva, en básicamente la eliminación de la corrupción y la desaparición de los privilegios del grupo en “el poder”(los de arriba, la cúpula, etc.). Decisiones que por supuesto han encontrado el respaldo de los ciudadanos. Entre ellas están, según Consulta Mitofsky; Eliminar la pensión de los expresidentes 80.7% de aprobación, eliminar privilegios como el seguro de gastos médicos mayores 76.7%, abrir al público la otrora Casa Presidencial los Pinos 52.6%, poner a la venta el avión presidencial y utilizar líneas comerciales 53.1% (nótese que la gran mayoría de las decisiones tienen que ver más con satisfacer un reclamo ciudadano basado en el hartazgo y coraje que con acciones que finalmente redunden en una mejora en la calidad de vida de la población en su conjunto). También el Presidente ha incrementado su aprobación gracias a la entrega de dinero público a personas de los llamados grupos vulnerables; Adulto mayor, persona con discapacidad, beca de estudios, mayores becas para jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, al pueblo huachicolero —con ello y a su decir les da la oportunidad de salir adelante sin delinquir-.

En suma, las intenciones del Sr. Presidente, es decir “los qués”, han sido muy bien recibidas por la mayoría de los ciudadanos y entre los que me encuentro ya que por supuesto estoy a favor de eliminar la corrupción y de terminar con los privilegios de la clase gobernante. Imagino que todo mexicano bien nacido coincidirá conmigo. El grave problema esta en “el cómo” el Presidente pretende atender sus “qués”. Es en “el cómo” donde me parece que el Gobierno de México se equivoca rotundamente. Por ejemplo; Uno de los grandes errores sin duda fue la cancelación del NAIM. El Presidente dijo que había detectado enormes actos de corrupción y que por ello cancelaba la obra. El hecho es que ni se señalaron con puntualidad ni se sancionaron dichos actos de corrupción y aunado al dineral que literalmente se enterró y perdió también se lesionó la imagen, prestigio y credibilidad del Gobierno de México. Lo mismo ocurrió con el combate al huachicol. Otro ejemplo lo encontramos con la cancelación de facto del programa de Estancias Infantiles. La ignorancia o los prejuicios de quienes mal asesoraron al Presidente lo llevaron a cometer un terrible error. Cancelar el apoyo a todas las Estancias Infantiles por que según él había corrupción. Corrupción que nunca probó. Aún así el Presidente decidió que ya no apoyaría a las estancias sino directamente a las madres trabajadoras sin embargo el Gobierno del Presidente López Obrador le redujo el presupuesto a su nuevo esquema de apoyo a la madre trabajadora ya que el programa anterior contemplaba 4,000 millones de pesos y el nuevo solo 2,000 millones, la mitad. Un ejemplo más está en la cancelación de los apoyos que se otorgaban a las organizaciones de la sociedad civil, las OSC, que venían complementando el quehacer gubernamental en la atención a los grupos vulnerables en muchos sentidos. Ejemplo de ello son los refugios para mujeres maltratadas y sus hijos. El Presidente, otra vez con la intención —o ya pretexto— de acabar con la corrupción está cancelando no solo la entrega de apoyos a las OSC sino también está cancelando la oportunidad de millones de personas de recibir ayuda.

Fuente de los Deseos Ojalá el Sr. Presidente se dé cuenta de que se está equivocando terriblemente en “los cómo” pretende apoyar a los más vulnerables del país. Ojalá se dé cuenta de que el Gobierno de México solo no puede ni podrá. Ojalá el Presidente se deje ayudar, México lo necesita.

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