Sí, puede funcionar”… es una de las frases dichas por los millennials.

Qué grato encontrarme de nueva cuenta con ustedes mis constantes y sonantes lectores, hoy sábado, día de descanso en su manera literal, sabbath, que por su origen lingüístico hebreo significa no un apelativo para día de la semana, sino descanso. Y el hecho de descansar, no es meramente hacer nada, por el contrario, es darnos un momento para que entre en acción el tiempo de recreación.

Y celebro de forma superlativa que parte de su tiempo de recreación lo dediquen para ilustrarse mediante la lectura de artículos, libros, revistas, etc., afortunadamente, posterior a ello nos daremos la pausa para un cambio de actividad.

El tema que hoy pretendo abordar tiene que ver con algo muy interesante y que apelo a su inteligencia para que le demos mucha seriedad e importancia, y quiero referirme a los millennials, como se conoce a la generación nacida entre la década de los años 80 y 90, o dicho de forma más precisa, entre 1980 y 1996.

Y bueno, les tengo noticias, yo quien escribe la presente columna, pertenezco a la era más temprana de dicha cronología generacional. Por ello, puedo atreverme a decir que no somos una especie algo extraña  o mala, por el contrario, constituimos una luminosa forma de pensar y sobre todo, aunque a veces los prejuicios no lo vean, somos una generación intensamente humanista, muy a pesar de la relación tan íntima que podamos tener con la tecnología.

El secreto para cautivar nuestro corazón y atención, se los voy a regalar para que le den muy buen uso, y se trata de sabernos comprendidos, atendidos, valorados y asimismo, aplicamos en sobremedida, lo expresemos o no. La observación del proverbio: “la palabra convence, pero el ejemplo arrastra”. Es decir, nos fijamos mucho en la coherencia de nuestros interlocutores. Y seguramente también se obtendrá lo mejor de los millennials, demostrando orden, pulcritud y la llave para convencernos es una sonrisa y el buen carácter.

Así que no hay que descubrir el hilo negro, basta tan sólo con emplear el sentido común y ser tratado como nos gustaría, obviamente aplicado en positivo, ¡no apto para masoquistas!

Entonces, si uno de nuestros más altos anhelos consiste en mover almas de esta generación, ya les he venido a brindar la solución, ya que con esos ingredientes de la receta podremos lograr la motivación, incluso para despertar ese latente valor altruista.

Añado que siempre que se trate a una persona perteneciente a los milennials o no, habremos de aplicar el efecto “Pigmalión”, es decir, resaltar únicamente lo positivo de las personas.

Ojo: los millennials son altamente huidizos a la hipocresía, la falta de perseverancia y por ende, de valor humano.

Se los dejo de tarea, amigos lectores, sigamos estos sencillos pasos y tendremos a esa generación, me incluyo, en el diseño del mundo ideal.

Yo por lo pronto me retiro ahora a mi tiempo de creación para poner un pie en el de la recreación.

Por hoy me despido con mi acostumbrada frase: “hasta siempre, me voy a ser feliz, ¡haga usted lo propio!”.

*Mtra. en Admon. Periodista y Presidenta de Fundación Arca, A.C. 
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Twitter:@ochoa_

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