Dentro de la política mexicana existe la llamada Ley del Péndulo, la cual consiste en actuar de manera diametral al antecesor, en irse al extremo opuesto del espectro político y conservar los equilibrios.

Ejemplos hay muchos: el presidente Adolfo Ruiz Cortines rompiendo con su antecesor Miguel Alemán Valdés, al anunciar una política de austeridad y honradez o, en el caso queretano, el panista Francisco Garrido rompiendo con su antecesor, también panista, Ignacio Loyola Vera.

Esta Ley del Péndulo, llamada así de manera coloquial porque en realidad no es ninguna ley política ni se cumple siempre (requisito indispensable de una ley), refleja más bien el carácter de los gobernantes en el denominado estilo personal de gobernar así como sus filias y sus fobias.

Llama la atención cómo los gobiernos, tanto estatal como municipal, han actuado de manera opuesta a quienes ocuparon el cargo antes que ellos y, paradójicamente, en estilos completamente distintos entre sí.

Hace seis años, el gobierno del priísta José Calzada tuvo un arranque mediático basado en la figura del propio gobernador, lo cual contrastaba con el perfil mostrado por el panista Garrido los últimos años de su mandato, donde tenía pocas apariciones públicas; y las declaraciones a la prensa eran reducidas.

Ahora, Francisco Domínguez, cuyo mayor activo en campaña fue precisamente su carisma, hoy luce un tanto alejado de las cámaras y micrófonos, mientras los protagonistas de su gobierno son los integrantes de su equipo de seguridad.

En tanto, en el gobierno municipal, es donde más se nota esta ruptura de estilos con su antecesor. Cuando el priísta Roberto Loyola Vera tomó posesión de su gobierno en 2012, anunciaba un gobierno sin aspavientos y que mostraría su efectividad realizando mil 500 obras.

Después de ello, el estilo de Loyola Vera fue de bajo perfil y no rendir cuentas a la ciudadanía, lo cual le trajo los conflictos de las remodelaciones en el Centro Histórico, a recordar: la del Jardín Guerrero y algunas calles cercanas.

Pero siempre Loyola se mostró lejano e incapaz de romper con el discurso y tono impuestos por José Calzada.

En cambio, en apenas dos meses de gobierno, el panista Marcos Aguilar parece dispuesto a borrar todo vestigio de su antecesor y mostrarse como un protagonista, rompiendo así no sólo con su Loyola Vera sino con el propio gobernador en funciones, su correligionario Francisco Domínguez Servién.

Las acciones que más se han discutido en la opinión pública son iniciativas del gobierno de Aguilar Vega. Primero el reajuste de cobro de impuestos, luego la instalación de parquímetros en el Centro Histórico y finalmente la renta de un helicóptero para garantizar la seguridad en el municipio.

Ninguna de estas acciones ha pasado desapercibida y ha causado polémica y molestia entre los ciudadanos.

En el primer caso, la molestia es que sin anunciar plan de austeridad, Aguilar Vega plantea un aumento del predial.

Y en el mismo tenor va la renta del helicóptero. La renta de este equipo costará 27 mil pesos por hora, cuando en la capital faltan patrullas y equipo para los policías.

Justificado o no, ya ha empezado a trabajar el equipo aéreo de seguridad y sólo la reducción de los índices de delincuencia dirán si fue una buena decisión; en tanto, está en el ojo del huracán y cada vez que sobrevuele por la ciudad, los queretanos se preguntarán si ha valido la pena.

Y en esto, Marcos Aguilar marca diferencia con Francisco Domínguez, mientras Aguilar prefiere el protagonismo, al final de cuentas así ha sido toda su carrera política, Domínguez guarda un bajo perfil.

Periodista y sociólogo. @viloja

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